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ASUNCIÓN.- Los medios tienen como función principal la tarea de informar y, si quieren, opinar sobre las cuestiones que son de su interés. Pero pretender indicar al presidente a quién recibir en Palacio y a quién no, como lo está haciendo Abc Color, va mucho más allá de una simple “desubicación”, convirtiéndose en una agresión brutal al funcionamiento institucional de la República.
“Marito envilece su despacho” es el lapidario título de un editorial claramente esquizofrénico y desubicado del diario de los Zuccolillo, en donde pretende decidir a quién puede recibir el presidente de la República y a quién no. Por lo visto, luego de haber recuperado el poder de establecer la hoja de ruta del gobierno, que había perdido en la época de Horacio Cartes, Abc no puede resignarse a que, de vez en cuando, el gobierno decida actuar por cuenta propia, sin consultarle previamente.
Todo el motivo de esta crisis fue la presencia del empresario tabacalero José Ortiz, en el Palacio de Gobierno, donde se reunió con el presidente para hablar sobre inversiones y negocios, no para conspirar o alguna otra cuestión oscura que, por lo visto, el matutino piensa que es a lo que se dedica el gerente del grupo empresarial de la familia Cartes.
Hay que empezar a recuperar los objetivos de la función que tienen gobernantes y medios de comunicación, que en este momento parecen demasiado mezcladas y no queda claro dónde termina la responsabilidad de unos y empieza la de los otros.
Claro que es más que sabido que Abc, durante décadas, manejó las acciones de los diferentes gobiernos a través de su línea editorial, su forma de “pasar letra” a los presidentes, que debían cumplir con las “sugerencias” si no querían sufrir una persecución violenta e incansable. El poder del diario que fundara Aldo Zuccolillo y que ahora maneja su hija, es tan terrorífico, que ni jueces ni fiscales se animan a emitir resoluciones que pudieran perjudicar al medio y sus dueños.
Pero hay que terminar con esta pésima costumbre. Que Abc siga defendiendo las cosas en las que cree, que le interesan o convienen a los negocios de los patrones, pero que deje de querer actuar como si tuviera el derecho de elegir con quién debe hablar el presidente y a quién debe dejar de lado.
Sería un paso importante en la independencia de roles y funciones, a fin de que nadie mezcle los tantos ni actúe de manera desubicada, como lo está haciendo el matutino en este momento.
