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ABC, entre la ignorancia y la mala fe

Resulta por demás evidente el esfuerzo de sectores de la prensa por pintar la realidad nacional como si viviéramos un estado de calamidad atroz, por decir lo menos. Según esta versión, todo está mal, nada funciona y hasta los problemas ocasionados por la naturaleza se agravan en forma superlativa a raíz de la desidia de los gobernantes. Expresión de lo ante dicho es la amplia difusión que se le viene dando a una información que causa desazón, cuando no bronca: “La economía crece, pero no se beneficia la gente”, reza un titular de ABC Color en su tapa de la víspera, en cuyo desarrollo resalta el “alarmante aumento del desempleo” y la “ausencia de políticas laborales”. Un cóctel de falsedades y medias verdades, abordadas fuera del contexto regional y mundial en el que nos desenvolvemos, omitiendo, por ejemplo, que el Paraguay, mal que le pese al diario de Zuccolillo, es el segundo país de menor tasa de desocupación abierta de Sudamérica, después de Bolivia, y el tercero de toda América Latina, según datos coincidentes de los organismos multilaterales.

Como ya no pueden rebatir el hecho de que la economía nacional registra un buen desempeño, a diferencia de los países vecinos que no logran salir del estancamiento y/o la recesión, los sembradores de desesperanza apuntan entonces contra los problemas sociales más sensibles, entre ellos, la desigualdad, que es un flagelo innegable en el subcontinente y contra el cual nuestro país libra una fenomenal batalla. La pregunta no es si existe pobreza y desempleo, pues solo un enajenado se formularía así el interrogante, sino cómo hubiésemos estado en la actualidad si el gobierno paraguayo no tomaba las medidas que le permitió seguir por la senda del crecimiento, pese a los vientos de crisis que soplan con fuerza desde hace varios años.

Claro, para algunos editorialistas, periodistas e incluso economistas deseosos de “hacer buena letra” con los medios hegemónicos, es muy fácil sentarse frente a una computadora y “pontificar” sobre el país ideal; aquel en el que se haya logrado pleno empleo, las expectativas de vida sean de 90 años y el grueso de la población tenga cursada la educación media. Pero las cosas se les complicaría si encarasen con seriedad estos y otros temas, partiendo de la base de que el Paraguay no es una isla en medio de la nada, lo que, además, les llevaría a reconocerque nuestro país logró escapar a los efectos tremendamente nocivos que tuvo en el campo laboral de la crisis económica internacional.

Veamos. A comienzos del milenio a todos los países les iba bastante bien, “la locomotora” China crecía por encima del 10% y esta realidad mundial favorecía a las economías de la región, al Brasil, la Argentina y también a la nuestra. Esto comenzó a cambiar a partir de la crisis financiera que se desató en los EE.UU. en el 2008 y se expandió a escala global, provocando la desaceleración económica del “gigante asiático” y el estancamiento, seguido de recesión, de los países vecinos.

El crecimiento promedio de la economía brasileña de casi el 4% se fue al tacho a partir del 2013, convirtiéndose en negativo, al igual que el de la Argentina, luego de haber llegado al 8%, lo cual se reflejó en sus índices de desocupación, del 12% en el primero de los casos, y del 7,5% en el segundo. Pero Paraguay mantuvo e incluso aumentó su ritmo de crecimiento de entonces a esta parte, entre el 4% al 6,5%, y registra una tasa de desempleo del 5,4%.

En consecuencia, desconocer la relación entre los logros obtenidos en materia macroeconómica y sus implicancias sociales, particularmente en lo referente al mundo del trabajo, como lo hace ABC, es, cuanto menos, un acto de ignorancia o de deliberada mala fe, lo que no puede reclamársele a un diario que hizo de esto último su forma permanente de proceder.

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