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Absoluta impotencia

Por: Marilut Lluis O’Hara
Por: Marilut Lluis O’Hara

Uno de los motivos por los que elegí la profesión de periodista hace unos chorrocientos años fue porque desde dentro se podía hacer la diferencia. Estaba convencida de que los poderes del Estado debían estar pendientes de las denuncias de los medios de comunicación y actuar en consecuencia.

Pero después de tanto tiempo debo reconocer que son pocas las ocasiones, siempre que no se toquen intereses personales de algún poderoso, se tienen en cuenta las denuncias publicadas a través de la prensa. Son muchas las ocasiones en que no pasa nada y los denunciados continúan campantes e impunes haciendo de las suyas sin siquiera ruborizarse.

Me afecta terriblemente el tema del Tribunal Superior de Justicia Electoral. Y no porque yo tenga un interés personal ni pretenda sacar algún rédito económico o político. Ni siquiera porque piense que los tres miembros de la institución son los únicos funcionarios públicos corruptos, que utilizan su cargo para forrarse y para forrar a sus amigos. Sino porque no puedo creer que tantas denuncias, tanta campaña en contra suya, tantos documentos, datos, pruebas sobre la corrupción imperante en la Justicia Electoral, termine en agua de borrajas porque no hay ningún político que tenga las pelotas bien puestas para hacer que esto acabe y que estos personajes sean sacados a patadas, como corresponde.

Y mi indignación va dirigida especialmente a la clase política que tiene representación en las cámaras del Congreso. Diputados y senadores de todas las bancadas parecen haber decidido tapar el sol con un dedo e ignorar las denuncias diarias en contra de Alberto Ramírez Zambonini, Jaime Bestard y María Elena Wapenka.

A comienzos de año prometieron que analizarían el juicio político a los tres ante las evidentes pruebas de que habían convertido a la Justicia Electoral en un negocio personal destinado únicamente a sus propios beneficios. Pero el tiempo pasó y ningún legislador volvió a recordar el tema, con lo que queda más que comprobado que todos los políticos tienen deudas pendientes con el TSJE, que compra favores y conciencias con contrataciones a operadores de diferentes colores, con lo que sus miembros consiguen la impunidad que necesitan para seguir con su escandalosa actuación.

Parece que el gobierno tomó alguna medida para contrarrestar el descontrol de estos tres sujetos. Resulta que a pesar de las denuncias en su contra por el sistema de planillerismo existente en la institución, de manera alevosa a comienzos de año contrataron a una cantidad de operadores políticos, comprando así la complicidad de los partidos y de las cámaras del Congreso.

Pero esta vez no les salió la jugada, ya que el Ministerio de Hacienda ha resuelto no liberar ni un solo guaraní para pagar a los nuevos contratados. A pesar de los pataleos de los tres cerditos, no hay plata para seguir dilapidando en operadores políticos.

Pero esto no es suficiente. Dicen por ahí que Ramírez Zambonini se prepara para las elecciones del 2018, que serán su despedida de la Justicia Electoral porque poco después le llegará la edad para jubilarse. Este sinvergüenza, bandido, badulaque y beodo pretende salir por la puerta grande cuando que lo que merece es que se lo eche a patadas por la ventana.

¡Qué rabia e impotencia siento!

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