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Acá delinquieron, acá deben ser juzgados

La patraña orquestada por Efraín Alegre, que tiene como principales protagonistas a 5 jóvenes que le obedecieron a pies juntillas cuando les ordenó preparar bombas y, más tarde, cuando les dijo que las hicieran estallar en el edificio del Congreso, lo único que hará será ponerle en ridículo ante la comunidad internacional, al pretender mostrarlos como perseguidos políticos cuando solamente son patoteros a su mando.

Aquí no importan sus creencias políticas sino el grado de manipulación que le permitieron a un personaje turbio y hambriento de poder, dispuesto a utilizar lo que encuentra a su paso para tener un poco más de prensa, como si eso le sumara votos para llegar al Palacio de López, el sueño que le obsesiona.

Los muchachos que escaparon de la Justicia y pidieron refugio político en Uruguay están imputados por la Fiscalía por el delito de violación de la Ley de armas y explosivos, por haber fabricado bombas caseras en el local del PLRA, que habrían sido utilizados para incendiar el edificio del Congreso. Así que Rubén Galeano, Osvaldo Aquino, Luis Sánchez, Brian Martínez y Raúl Cáceres no son perseguidos políticos sino delincuentes comunes que, en lugar de dar la cara y enfrentar las consecuencias de sus actos, huyeron cobardemente, buscando eludir a la Justicia.

Además de lo vergonzoso de la situación, lo que queda en evidencia es el manoseo que Efraín y sus esbirros están dispuestos a hacer a una figura internacional, utilizada por verdaderas víctimas de dictaduras inmisericordes que los obligan a abandonar su tierra, sus familias, sus bienes, a fin de salvar sus vidas.

El asilo político, a lo largo de décadas, ha salvado miles de vidas en todo el mundo. Eso envilece aún más la actuación de estos politiqueros paraguayos que no tienen empacho en salpicar de mugre hasta el más puro de los principios, solamente por un afán desmedido de protagonismo y un odio enfermizo hacia el gobierno.

Los efrainistas se muestran escandalizados porque la Fiscalía imputó a estos muchachos, 2 de los cuales apenas tienen 18 años de edad. Lo que debería escandalizarnos a todos es que a tan corta edad estos compatriotas ya formen parte de la patota descontrolada y hostil manejada por dirigentes que pertenecen al partido que tendría que ser una opción diferente para la ciudadanía, harta de tanta corrupción y delincuencia.

Uno de los objetivos de los partidos políticos es la educación y capacitación a la ciudadanía, en torno a valores que persiguen el bien común. Pero Efraín buscó chicos a los que enseñar a armar bombas y hacerlas explotar contra edificios públicos. Porque eso es lo que hizo, en lugar de enseñarles a ser hombres de bien –no debe tener idea de cómo lograrlo- los convirtió en delincuentes y, cuando las papas empezaron a quemar, no les enseñó a asumir las consecuencias de sus actos, sino a huir como ratas.

Por muy loable y valiente que nos parezca la acción de la Fiscalía, lo cierto es que hasta ahora solamente están imputadas las cabecitas negras, los ejecutores del plan de violencia y desestabilidad. Los verdaderos responsables, los que orquestaron los hechos, siguen gozando de una libertad que ni ellos merecen ni nosotros toleramos.

Esperemos que los agentes fiscales amplíen las imputaciones y se mantengan firmes en torno a los “refugiados”. Acá delinquieron, acá deben ser juzgados, sin vueltas ni concesiones.

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