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Lo menos que puede hacer Robert Acevedo es dar un paso al costado, renunciar a la Presidencia del Senado y pedir su desafuero para que la Fiscalía y la Justicia le puedan investigar sin trabas. Si es cierto que no tiene nada que ver ni con el asesinato del narco Jorge Rafaat ni con el tráfico de drogas de Amambay, esos primeros pasos son elementales para que su historia tenga credibilidad.
ASUNCIÓN.- Poco antes de que lo mataran, Rafaat dijo en una entrevista radial que quien soñaba con asesinarlo era Acevedo, hoy presidente electo del Senado y el Congreso, quien durante años ha venido repitiendo que todas las acusaciones que lo vinculaban con el narcotráfico eran falsas y malintencionadas.
Es más, cuando en octubre del 2014 el Senado dio a conocer una investigación sobre la narcopolítica realizada por la Secretaría Nacional Antidrogas, en donde él no estaba incluido, Acevedo se convirtió casi en un paladín de la Justicia que toda su vida había enfrentado sólo a los narcotraficantes. Pero nada de esto pudo borrar las denuncias y rumores que lo señalaban como uno de los patrones del cartel de Amambay.
Con todo este bagaje encima, fue elegido la semana pasada presidente del Senado y del Poder Legislativo y quizás no hubiera pasado nada más. El problema es que el mismo día de la elección fue asesinado uno de sus enemigos declarados, quien poco antes había dicho que si lo mataban, se supiera que el responsable era Acevedo.
Y lo mataron. Así que por una mínima cuestión de decoro –no estamos seguros de que lo tenga- Acevedo tendría que pedir disculpas al entente que lo llevó a la Presidencia y alejarse discretamente del centro de atención de los medios que cubren las actividades de las cámaras del Parlamento.
Claro que también está la opción de que la Fiscalía actúe de oficio y abra una investigación a las actividades de Acevedo. Nadie dice que haya sido él quien ordenó el asesinato de Rafaat, pero lo mínimo que debería hacer un equipo serio de investigación es prestar atención a todas las aristas de un caso.
Hasta ahora esto no ha ocurrido, posiblemente porque la investidura como presidente de uno de los poderes del Estado le da al senador liberal una impunidad mayor de la que ya gozan sus colegas.
La tercera opción es que los propios senadores pidan a su colega que se aleje y no asuma la Presidencia, por lo menos hasta que las cosas estén más claras. De lo contrario, tendrían la nefasta posibilidad de que uno de los poderes del Estado esté bajo el poder de un sospechoso de asesinato. Y esa ya es mucha vergüenza, hasta para nuestro Parlamento.
¿Se hizo rico con “negocios legales”?
Justo en el momento en el que se vincula a Robert Acevedo con el asesinato del narco Jorge Rafaat, es detenido en Buenos Aires el exbanquero Hernán Arbizú, quien había reconocido que administraba una verdadera fortuna de los hermanos Acevedo, quienes han conseguido altos cargos gracias a la política. Robert es senador desde hace 2 períodos y antes fue gobernador de Amambay, y José Carlos, actual intendente de Pedro Juan Caballero.
Según el presidente electo del Senado, toda la fortuna de la familia es producto de negocios honestos. Aunque ambos hermanos han sabido ubicarse y vivir del Estado, resulta difícil que solo con eso hayan logrado acumular una fortuna que oscila entre los 1 millón y medio y 2,8 millones de dólares (que es el monto que Arbizú dice que administraba). Sobre todo teniendo en cuenta que la familia no tenía más que una despensa humilde en Pedro Juan Caballero.
Ahora tiene 7 estaciones de servicio, un local de venta de cigarros en plena línea internacional, 4 estancias, varios vehículos y viviendas y una estación de radio en Pedro Juan Caballero, la Amambay 570 AM.
Un simple inventario de todos estos bienes –y no contamos con lo que tienen depositado en bancos y financieras- basta para que haya suficientes elementos que puedan involucrar a Acevedo en lavado de dinero.
