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Acosados

Por: Marilut Lluis O’Hara
Por: Marilut Lluis O’Hara

En muchos países del primer mundo, la tecnología es amigable y ha dado mecanismos adecuados para proteger al ciudadano, incluso, de sí mismo. En el caso de los menores, esta protección es mucho más amplia e incluyente.

Con muchos años de atraso, nosotros apenas estamos entrando al mundo virtual y lo hacemos a pecho gentil, totalmente desprotegidos de cualquier monstruo que pudiera cruzarse en nuestros caminos virtuales. Pensamos que nuestros chicos están protegidos porque generalmente tenemos la mirada puesta en ellos, les prohibimos que hablen con extraños y bloqueamos cualquier página de Internet que pudiera tener contenidos inadecuados para su edad.

Y mientras respiramos tranquilos y nos felicitamos por el trabajo bien hecho, les damos celulares con acceso a las redes sociales, sin tener en cuenta que no es la pornografía la que los acosa, sino esos monstruos agazapados en estas redes en las que, igual que nosotros, nuestros niños comparten su día, sus actividades y, ¡socorro!, su ubicación.

Como teleadicta, y más aún como AXNadicta, sigo con entusiasmo series como CSI Cyber y veo con espanto las mil y una formas como estos personajes oscuros pueden apoderarse de nuestros niños sin que nosotros podamos percibir ninguna nota que nos llame la atención. Seguramente muchos de los programas que dicen usar en el show son inventados por los guionistas, pero si es así alguien debiera inventarlos, porque sus resultados son positivos.

Pero más allá de la parafernalia técnica que me deja con la boca abierta, hay algunas cuestiones que a mí  me hacen reflexionar sobre las miles de caras que pueden adoptar los delincuentes para dañar a los que más amamos. Esto viene a cuento ante la información reciente de que se descubrió a acosadores de menores que utilizaban las redes sociales para llegar a sus víctimas.

Como somos muy renuentes a aprender de la experiencia ajena hasta tanto nos toque a nosotros, mientras los demás países se ponían a tono buscando mecanismos que pudieran brindar una mayor protección a los indefensos ante estos degenerados, nosotros nos mirábamos el ombligo y festejábamos que nuestros hijos no tuvieran acceso a las páginas triple X.

Así que ahora resulta que el ciber acoso es una realidad y no solamente el capítulo de alguna serie yanqui; tendremos que ponernos las pilas, salir de nuestra nube de pedo y pensar de qué manera podremos dar esa protección a esos bajitos que están a nuestro cargo, como si de verdad fuéramos capaces de cuidarlos.

Lo mejor que podemos hacer es poner a la tecnología de nuestra parte, para lo cual hay cosas que se podrían hacer desde el gobierno, como establecer alguna especie de Alerta Ambar cuando un niño es secuestrado. Esto significa que el aviso del secuestro llega a todos los celulares y cualquier aparato conectado a internet, dando los datos de la víctima y la circunstancia del hecho.

Ubicar en un mapa del territorio nacional a los agresores sexuales también sería de mucha ayuda a la hora de tomar precauciones. Pero, en realidad, son las familias las que deben aumentar su sistema de alarma, consolidar sus filtros y controlar absolutamente todo lo que los chicos suben a la red. La prevención siempre es la mejor manera de combatir un delito.

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