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WASHINGTON.- Sé amoroso contigo mismo. Del mismo modo que somos indulgentes con los errores, defectos y fallos de los demás, deberíamos serlo con los propios.
Busca la felicidad dentro de ti. Conseguir la felicidad radica en uno mismo. “Que mi felicidad no dependa de las circunstancias externas. La felicidad debe empezar por uno mismo”.
Persigue tus sueños. Tener la determinación de alcanzar lo que se propone, al margen de las opiniones procedentes del exterior.
Piensa cada noche tres cosas buenas y agradables del día. “Ya sea una canción, un sabor, una charla…”, este hábito permite tomar conciencia de las cosas positivas que le suceden en su día a día y que pasan inadvertidas.”Nuestra vida es mucho más bonita de lo que creemos (con los problemas y todo)”.
Fíjate metas realizables, pero ambiciosas. Las metas deben ser posibles y estimulantes.
Transforma las preocupaciones en ocupaciones. Las ocupaciones pueden ser trabajadas de forma consciente, y permiten irse marcando objetivos tangibles hasta conseguir el resultado deseado que nos haga felices. No dejes de sonreír. Además, una sonrisa es una carta de presentación infalible al mundo.
Aléjate de personas negativas, tóxicas o chismosas. Sé agradecido. Con el entorno que rodea, con la realidad personal, con las personas queridas, con la vida. Dar las gracias por las cosas que nos hacen felices es un acto que ayuda a valorar lo que uno es y tiene.
