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Adentro, todos…

¡Que se creen! Este Efraín Alegre, de tanta impotencia por no llegar nunca a nada, se está volviendo realmente esquizofrénico. Cree que está por encima de las leyes. Instó a su gente, la armó, para quemar el Congreso y ahora pretende que nadie pague por ello. Pero, ¿Dónde estamos?

Ayer, volvió a armar un circo cuando la Policía y la Fiscalía ¡al fin! empezaron a detener a los incendiarios de la sede legislativa. Salieron corriendo por todos lados denunciando el hecho como un  “atentado contra la democracia”. Menos mal que ya todo el mundo aprendió su lección y todo se hizo siguiendo puntillosamente las normas legales. La Policía esperó nada menos que 20 minutos frente al departamento del tal “Patrón”, hasta que llegó la orden fiscal para el allanamiento. El fulano de cualquier modo se negó a abrir la puerta por lo cual tuvieron que tumbarla, como ocurre en cualquier país del mundo, enseguida nomás ya los pibes de la prensa contestataria,  hablaron de “brutalidad policial”, etc. etc.

Posteriormente, continuó el show mediático con entrevistas a los abogados, a los fiscales, ¿dónde llevaron al detenido?,  etc, todo en medio de una histeria generalizada.

En realidad a la Fiscalía no le debería temblar la mano en este caso. Evidencias contra los mismos hay a montones.

Si el tal “Patrón” hasta se ufanaba de haber sido uno de los que quemaron la sede del Congreso, manteniendo una foto de su memorable “actuación” en el hecho, en…su perfil del facebook nada menos.

Luego, están las evidencias fílmicas donde todo el mundo sale del local partidario con las bombas molotov, calentitas, recién preparadas, en las manos, para ir a perpetrar luego el atentado contra la sede legislativa. Si hasta a un menor de edad le dieron un par de artefactos para que se estrenara en la labor.

Igualmente, se lamentaron porque solamente estaban inculpando y deteniendo a jóvenes de la JLRA, según dijeron. Y ¿qué quieren? Si ellos, acicateados por Efraín, fueron los protagonistas principales del vandalismo que se desató aquella noche.

Deben pagar por lo que hicieron. Como cualquier hijo de vecino. Adentro, a la cárcel, todos, fue algo demasiado grave como para andar con medias tintas.

Y el lote debe estar encabezado por el instigador principal que es  Efraín Alegre. El cuento aquel que la Policía entró al local partidario  con ganas de matarlo a él, es de lo más ridículo.  ¡Qué se ganaría ultimando a semejante mequetrefe sin historia, ni presente, ni futuro! Nada que ver.  Menos mal que los fiscales declararon que no existe ni el más mínimo indicio del tal “magnicidio”.

Pasaron dos meses del suceso. Suficiente tiempo para las investigaciones, para empezar a dilucidar los hechos. Aquí no hay revanchismo, ni vendetta, ni politiquería,  ni nada por el estilo. Son todas historias que no tienen ningún asidero.  No se puede quemar el Congreso de un país y permanecer impune.

Bien  por la Fiscalía y la Policía. Y estará todo mejor aún, si por ahí tienen los atributos masculinos suficientes como para incluir en el proceso a otro de los grandes culpables de todo lo que ocurrió. El hasta ahora todopoderoso dueño de ABC Color, el famoso “Don Acero”, quien goza de la impunidad más absoluta, pese a la montaña de evidencias en su contra.

Angante…

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