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Adolfito pregona democracia, pero se alinea a Marito

La pedantería pseudo intelectual es una de las tantas facetas presentes en nuestra mediocre política autóctona. Frases cargadas de grandilocuencia y exigencias de coherencia “sacrosanta”, son algunos rasgos pronunciados de quienes se presentan como grandes teóricos, pero que en la práctica no alcanzan siquiera los niveles del sofismo tercermundista. Uno de ellos es Adolfo Ferreiro. Como si fuera un auténtico “tomasista”, pero no por el Santo, sino por Torquemada, el inquisidor, el exfebrerista, exliberal y exluguista carga sin piedad contra Esperanza Martínez, la senadora del Frente Guasu, a la que condena a la hoguera por coincidir en un tema, el de la enmienda, con el diputado colorado Oscar Tuma. Dice Adolfo que no pensó haber vivido lo suficiente como para ver dicha dupla. La pregunta, para él, es: ¿Y sí lo hizo para establecer una alianza estratégica con el representante del stronismo puro y duro, fiel expresión de la “tierna podredumbre”, como “Marito”?

El “haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago” parece guiar la actuación de Ferreiro, signada por el doble discurso, emblema oral de la hipocresía. Si él se confabula con quien tiene de modelo político al que fuera brazo derecho de uno de los dictadores más atroces del continente, “es por una causa superior”, pero si otro u otra, como en el caso de Martínez, coincide con el oficialismo, entonces, automáticamente, es una “traidora a la Patria”.

El senador de Avanza País sabe que no es así, que desde una óptica democrática es completamente injustificable marchar a la zaga del stronismo y, simultáneamente, atacar al gobierno de Horacio Cartes como si éste fuera un peligro para el régimen de libertades públicas. Su discurso es tan insostenible que la realidad se encarga de demolerlo sin contemplaciones, a tal punto que no podría responder una pregunta muy sencilla: ¿Cómo sería eso de enfrentar un supuesto RIESGO, es decir algo eventual, potencial, junto a los que reivindican los HECHOS más trágicos de nuestra historia y a los criminales que comprobadamente fueron sus responsables?

En el fondo de esta cuestión no está ni la “inminente instauración de una dictadura”, ni el “golpe parlamentario”, ni el “auto golpe”, ni la sarta de disparates que a menudo escuchamos pronunciar al legislador y a sus compañeros de ruta. Está sola y exclusivamente el tema de la reelección, que representa un problema insalvable para el sueño político de ver a su hermano Mario, como candidato de la oposición y presidente de la República. Un sueño que se desvanecería automáticamente si fuese habilitado Fernando Lugo, devenido por tal razón  en “el peor enemigo de la humanidad”, junto con HC, por supuesto.

Así, para evitar la pesadilla, Adolfo aplica la vieja e inescrupulosa fórmula de que “el enemigo de mi enemigo, es mi amigo”, corriendo a los brazos del “marioabdismo”, al cual también espanta la idea de la releeción por motivos similares, o sea, porque la habilitación de Cartes haría desaparecer de un plumazo la nominación de “Marito”.

He ahí la verdadera causa que abrazan los “libertarios” , en el caso de Ferreiro, haciendo papelones políticos e intelectuales, que flaco favor le hacen a Mario, cuyo buen perfil corre así el riesgo cierto de ir a parar al tacho.

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