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Advierten que Brasil no es EE.UU. y Bolsonaro no es Donald Trump

El ultraderechista Jair Bolsonaro, el hombre que arrasó en la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Brasil, es considerado un político antisistema, polarizante y políticamente incorrecto hasta el extremo. Muchos lo consideran como el Donald Trump brasileño, por sus declaraciones raciales y misóginas. Sin embargo, advierten de que sus historias personales, algunas de sus propuestas y la realidad política de sus países son muy distintas.

RÍO DE JANEIRO.- “Soy un admirador del presidente Donald Trump. Él quiere un Estados Unidos grande; yo quiero un Brasil grande”, dijo Jair Bolsonaro el jueves, en su primera conferencia de prensa después del aplastante triunfo con el 46% de los votos en las elecciones presidenciales del domingo pasado.

La última encuesta de Datafolha le augura un 58% en el ballotage que disputará en dos semanas contra Fernando Haddad, del PT, que apenas llega al 42 por ciento.

La espectacularidad de un resultado que nadie esperaba, y lo cerca que está de ser el nuevo presidente de Brasil, llevaron a muchos a ver en el ex militar una versión latina de Trump. Los parecidos son indudables.

Ambos protagonizaron campañas electorales con un discurso extremista y polarizante, contra el establishment político y contra las minorías, y en defensa de la “mayoría silenciosa”, del “verdadero pueblo”. Por su discurso políticamente incorrecto llevado a niveles desconocidos, y sus continuos exabruptos, casi todos los analistas creían que no tenían posibilidades de ganar. Y sin embargo, lo lograron.

La comparación cobra sentido porque ambos son emergentes de una crisis que atraviesa a todo el mundo occidental. Una economía con dificultades crecientes para contener a todas las personas, identidades nacionales en cuestión por la globalización, la reconfiguración de los roles y de las autoridades sociales, y partidos políticos incapaces de procesar las nuevas demandas de la ciudadanía.

Son síntomas que se ven en casi todos los países, aunque los contextos y las respuestas varían profundamente de un lugar a otro. Bolsonaro y Trump pueden tener muchos puntos de contacto, pero sus historias y la realidad en la que operan se alejan tanto como Brasil se diferencia de Estados Unidos.

“Lo que asusta de la candidatura de Bolsonaro no es sólo lo que tiene de parecido a Trump, sino principalmente aquello que lo diferencia”, afirmó Paulo Franz, investigador del Observatorio de Elites Políticas y Sociales de Brasil.

Más allá de los parecidos entre los personajes, las diferencias son muchas. Empezando por sus historias de vida. Trump es un multimillonario del mundo inmobiliario neoyorquino, que se volvió muy popular por su incursión en el espectáculo. Primero, como dueño y organizador del concurso Miss Universo, y después, como presentador del reality show “El aprendiz”.

Jair Bolsonaro era un paracaidista del Ejército totalmente desconocido. Empezó a trascender a partir de 1986, cuando era capitán del Octavo Grupo de Artillería de Campaña y escribió en la revista Veja un artículo en el que reclamaba por los bajos salarios militares. Comenzó su carrera política siendo joven, a los 36 años.

“Las instituciones políticas y democráticas de Brasil son mucho más recientes y vulnerables que las estadounidenses. El país ha atravesado un proceso de redemocratización con una configuración de frenos y contrapesos completamente desequilibrada, que es rehén de los intereses de quienes lideran”, sostuvo Franz.

LAS PRIVATIZACIONES AFLORAN COMO UN PUNTO DE FRICCIÓN ENTRE DERECHISTAS

 Tanto que confiaron en él y sin embargo, ahora, ya en pleno proceso hacia la segunda vuelta electoral, los banqueros y los financistas tiemblan cada vez que Jair Bolsonaro abre la boca, sea en TV o en la radio. Del optimismo exultante de hace una semana, que se basó en la designación del neoliberal Paulo Guedes, para el futuro comando de la economía, se pasó a un “mar de incertidumbres” como admitieron en el mundo de la bolsa y la especulación cambiaria.

En realidad, no cambió nada, ni en el discurso ni en la praxis bolsonarista. El presidenciable, con su 58% de intenciones de voto que lo dan como ganador, repite lo que ha prometido desde un principio: no se privatizarán empresas públicas “estratégicas” y, presentará una nueva propuesta de reforma jubilatoria, más afín con los intereses que él mismo representa, es decir, las FF.AA. y policiales; los evangélicos y los ruralistas.

En media hora de entrevista por la radio CBN, el jueves por la noche, el ex capitán del Ejército informó que para él es una prioridad cambiar el sistema previsional brasileño. Pero calificó el proyecto ya presentado en el Congreso como “una colcha de retazos”.

Cuestionó uniformar la edad mínima para jubilarse: “Yo tengo 63 años y estoy perfecto. Pero hay gente con 60 años que ya está vieja, como es el caso de un albañil”.

Sobre las privatizaciones fue en cierto modo divertido. Señaló que lo que pensaba entregar son las “150 empresas públicas creadas en los gobiernos del PT” y puso como ejemplo el proyecto del Tren Bala, que nunca salió del papel.

“Algunas la vendemos y otras sencillamente las damos de baja”, indicó. ¿Pero qué pasa con Petrobras y Eletrobras?, se le preguntó en forma insistente. En ambos casos fue categórico: “Hay compañías estratégicas que no se privatizarán. Las de energía, el Banco de Brasil y la Caja Económica Federal. Con Petrobras el núcleo de la estatal no se toca (la generación). Lo que podemos hacer es abrir a capitales privados la posibilidad de instalar nuevas refinerías”.

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