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Algo está fallando

No hay forma de disimular la desesperación que nos agarra cuando nos enteramos de que alumnas del Colegio Cristo Rey decidieron hacer una manifestación en contra de sus compañeros por el acoso virtual que reciben de parte de ellos, al ser expuestas en imágenes grabadas de sus partes íntimas.

Durante años nos acostumbramos a enterarnos de que alumnos del Colegio Nacional de la Capital o el San José eran protagonistas de algún tipo de descontrol, ya sea acosando a sus compañeras o liados a golpes en alguna pelea callejera. Pero los del Cristo Rey, considerado por muchos como el último bastión de la decencia y las buenas costumbres, nos da la pauta de que hay algo que está fallando, y muy grande, en el sistema educativo paraguayo, ese que tiene que ver no solo con el caudal de conocimiento con que se prepara a niños y jóvenes, sino también el que hace que la educación que reciben haga la diferencia entre buenas y malas personas.

La diferencia entre este y los otros casos mencionados es que aquí nadie intentó tapar nada, sino que el colegio inmediatamente pidió la intervención del Ministerio de Educación y comunicó que se realizaría la denuncia ante la Fiscalía. Seguramente la mayoría de los chicos que filmaron a sus compañeras son menores de edad, así que la responsabilidad deberán asumirlas los padres y esperemos que estos no pretendan defender a sus hijos rechazando las denuncias y atacando a las denunciantes.

En realidad, lo ocurrido en el Cristo Rey no debería sorprendernos demasiado, ya que en todos los colegios, sin importar la clase social de sus alumnos, permanentemente existen casos de abuso, de bulling, de ataques, de los que son víctimas los menos “avispados” o los que llaman débiles. Es casi natural que los más fuertes vivan sojuzgando y sometiendo a los otros, a los que agreden física o verbalmente de manera constante.

Y si tenemos en cuenta lo que siempre repiten los expertos, que los hijos aprenden, no lo que los padres les dicen sino lo que ellos mismos hacen, lamentablemente tenemos que concluir que la nuestra es una sociedad enferma, en donde los más fuertes son los que marcan las pautas e imponen su criterio, sin importar lo que piensen, anhelen o busquen los demás.

No somos de los que recuerdan con añoranza los tiempos pasados, pero no podemos dejar de pensar que entre esa época y esta, algo pasó, algo tan grave que nos hizo perder el camino y nos colocó en una situación descontrolada, en donde el mal ejemplo se convirtió en una cuestión frecuente y hasta aceptada por todos, hasta que ocurre un hecho como este, que nos escandaliza y, entonces, concluimos que los que están mal son los jóvenes, esos a los que no les damos muchas posibilidades de plantear un desempeño en el mundo que se adecue a las normas de convivencia y, fundamentalmente, al respeto. Porque nosotros no respetamos nada, y estamos convencidos de que para sobrevivir, y, mejor aún, vivir con abundancia, no necesitamos normas, leyes ni nada por el estilo, sino estar en el grupo de los que tienen el poder.

Podemos escandalizarnos porque unos chicos del Cristo Rey filmaron los traseros de sus compañeras. Pero eso no conseguirá tapar nuestra hipocresía porque en el fondo sabemos que esta era la conclusión lógica a la que había que llegar con tanto descontrol, tantas negociaciones, tantos chanchullos que mostramos a los menores todos los días, cuando les mostramos con el ejemplo que para destacar, hay que pisar cabezas, agredir, patotear y hasta mirar traseros, porque este mundo es de los fuertes, y eso es lo que hacen los fuertes, pisar cabezas y someter a los débiles.

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