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Apáticas internas del liberalismo

No es que nos sorprenda la apatía de esta campaña proselitista que culminará el 26 de junio próximo con la elección del nuevo presidente del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) pero nos llama la atención que, luego de tantos años, los liberales no hayan podido levantar cabeza y convertirse en la respuesta que busca de manera persistente una ciudadanía que no se cansa de esperar una opción diferente.

Desde el inicio mismo de la transición, cuando el PLRA tuvo que convertirse en un partido serio, ocupando los espacios de poder que corresponden a la segunda fuerza electoral, sus dirigentes, acostumbrados a la política de barricada, se perdieron en vericuetos de los que, 27 años después, no han podido salir. Es así que perdieron fuerza y entusiasmo, demostrando que no podían adecuarse a los nuevos tiempos ni  mucho menos constituirse en alternativa para el poder.

La única vez que ganaron unas elecciones nacionales fue luego del Marzo Paraguayo, cuando una impresionante mayoría votó a Julio César Franco y no al colorado Nelson Argaña para suceder al asesinado Luis María Argaña en la Vicepresidencia de la República.

Yoyito decepcionó –más que nada porque hizo muchas promesas que la Constitución no le permitió cumplir- y desde entonces los liberales navegaron por un río de apatía y decepción permanentes. Cuando de nuevo llegaron al poder fue como segundones de Fernando Lugo y para que por fin un liberal pudiera sentarse en el sillón presidencial, Federico Franco tuvo que conspirar y aliarse a otras fuerzas políticas con las que poco o nada tenía que ver su partido. Para colmo, su mandato fue lamentable y todos los que estuvieron involucrados en él están siendo investigados por lesión de confianza.

Esto describe lo que ha sido el PLRA durante estas casi 3 décadas luego de la ida de la dictadura. Y esto, en lugar de mejorar, ha ido empeorando con el paso de los años y de las sucesivas elecciones. La dirigencia partidaria despierta cada vez menos la esperanza y el entusiasmo de la ciudadanía; ni siquiera de sus mismos afiliados, quienes deben resignarse a ver que un partido que tuvo en sus filas a grandes como Eusebio y Eligio Ayala, debe sobrevivir ahora en un ambiente vacío y falto de propuestas, como un eterno perdedor.

Lo peor de todo es que mientras no despiertan el mismo entusiasmo que los colorados en sus correligionarios, sí tienen las mismas denuncias de corrupción que los oficialistas y han demostrado hasta el hartazgo que cualquier liberal que acceda a un cargo público actúa de manera tan prebendaria y corrupta que quienes desde hace varias décadas manejan el poder.

Así que tampoco resulta extraño que los 3 candidatos mejor posicionados para las internas de junio estén siendo investigados por la Justicia por presuntos negociados realizados cuando ocupaban cargos públicos. Tibios, apáticos y sospechosos por lesión de confianza, así son los candidatos entre los que los liberales deberán elegir a su próximo presidente. Si estos tres políticos son el reflejo de lo que es la dirigencia partidaria, podemos vaticinar que pasarán muchas décadas más antes de que el Liberalismo paraguayo pueda volver a ser opción de cambio en este país.

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