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Apenas fue el primer paso

Los seres humanos tendemos, en muchos casos, a ser ciclotímicos. Podemos pasar de la depresión a la efervescencia, sin escalas ni mucho análisis, con un solo detalle pequeño que nos haga pensar que las cosas pueden cambiar. Durante mucho tiempo, los colorados han visto con angustia que los principales sectores internos ahondaban las diferencias sin que se viera a sus dirigentes demasiado predispuestos a crear puentes que pudieran acortar esas diferencias.

Pero la visita del presidente de la República al presidente de la ANR, en un primer momento, pilló por sorpresa a todo el mundo. Pero en una milésima de segundo la imaginación empezó a volar y ya salieron referentes de ambos movimientos a decir que la unidad partidaria estaba a un paso de convertirse en realidad. Así, sin anestesia, sin reflexiones y sin el más mínimo plan o estrategia para que eso pudiera concretarse.

Por supuesto que la unidad colorada es posible. Una unidad seria, comprometida, basada en planes concretos que ubiquen de nuevo al partido en el centro de los aconteceres políticos nacionales, de donde está ausente desde hace demasiado tiempo.

Pero el proceso debe ser tomado con seriedad y prudencia, desde el comienzo. La visita de Mario Abdo Benítez a Pedro Alliana fue un importante primer gesto, más que nada a fin de limar asperezas y poder conversar sin el temor permanente a que alguien desenfunde el hacha de guerra. Sin embargo, no se puede olvidar que es apenas el comienzo.

A partir de ahora, hay que fijar el procedimiento para continuar el proceso. Sobre todo, hay que definir si todos los sectores involucrados están dispuestos a avanzar hacia el restablecimiento de reglas de juego aceptadas y respetadas por todos.

La crisis no es reciente. Empezó en el 2015, luego de las internas entre Alliana y Abdo Benítez. Desde entonces, las diferencias solamente fueron acrecentándose y el abismo se volvió cada vez más profundo y oscuro.

Hay que tomar muy en serio este proceso. Recordar que hay heridas abiertas. Que un primer intento de unidad resultó un fiasco luego de las elecciones de abril. Que hay promesas incumplidas y palabras empeñadas que no se convirtieron en realidad. Así que una de las cuestiones básicas es recuperar la suficiente confianza como para pensar que una estrategia común es posible, en base a un respeto que habrá que ganarse.

No hay que olvidar tampoco que se buscará la unidad partidaria, en base a planes y programas, y no la que decían “granítica”, de la cual presumían los personeros de la dictadura, que tuvieron cautivo al partido durante casi 40 décadas. Esto significa que nadie se apeará de sus principios, ni arriará sus banderas. Al contrario, la unidad en el disenso es la forma más enriquecedora de que una organización política crezca y madure lo suficiente para recuperar el protagonismo en el quehacer nacional.

Así es como debe darse este proceso que, insistimos, requiere de mucha prudencia y cabeza fría, para desechar la paja y recuperar lo importante. El jueves se dio un primer paso, muy importante, pero apenas el primero. No lo olviden.

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