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¡Ay! país

Por: Marilut Lluis O’Hara
Por: Marilut Lluis O’Hara

Después del Marzo Paraguayo parecía que la ciudadanía paraguaya se había liberado de la piel del miedo que durante casi toda su vida hizo que viviera con la cabeza gacha y rendida ante el poder. Es cierto que los paraguayos tienen fama de haber sido muy valientes en las grandes guerras, pero como hace tiempo no hay ningún conflicto bélico que nos ataña, parecía que no había forma de que encontráramos ese coraje que tanta falta nos hace tanto también en épocas de presunta paz.

Por eso la dictadura pudo estar durante 35 años y no fue tan sangrienta como otras que duraron mucho menos; porque una mayoría bajó la cabeza, se mimetizó en las sombras y aprendió a sobrevivir con miedo y sin sueños. Eso los que no tranzaron con los chacales y sacaron ventaja de la barbarie.

Por eso, decía, el Marzo Paraguayo fue tan importante. Nos pusimos los pantalones largos, levantamos la cabeza y dijimos a los badulaques y a quienes pretendían volver a sumirnos en la barbarie que no, que ya basta. Pero fue solo un paréntesis en la apatía (porque ahora quizás pudimos liberarnos del miedo pero no de la apatía). Siguieron años de indiferencia, en donde aprendimos a volcar nuestros enojos e impotencias en las redes sociales, en donde puteamos, echamos parlamentarios y cambiamos de gobierno con tal intensidad que hasta pareciera cierto.

Es cierto que a fines del 2014, un movimiento creado en las redes sociales, de los #indignados consiguió rever el blindaje que los senadores dieron a Víctor Bogado, quien tuvo que resultar finalmente desaforado. Pero después de eso, salvo algunas chispas efímeras, nos encerramos entre cuatro paredes para contactar con el mundo virtual y allí construir el país que queremos. Un país virtual y absolutamente irreal.

En marzo del 99 la ciudadanía consiguió la caída de un gobierno y en diciembre de 2014, obligó al Senado a desaforar a uno de los suyos. Esto significa que cuando hablamos en serio y decidimos dejar nuestra zona de confort enfrentando a los abusadores, conseguimos resultados efectivos. Significa también que cualquiera sea el gobierno, quienes manejan el poder saben respetar a una ciudadanía organizada y firme en su lucha.

Pero ya no hay entusiasmo, ni fuerza ni motivación. Estamos demasiado cómodos en nuestro mundo virtual, en donde somos valientes y agresivos y reaccionamos con firmeza.

Mataron a 8 compatriotas y nadie salió a la calle. No hizo falta, porque en nuestros perfiles de Facebook y Twitter culpamos al gobierno, echamos a patadas al ministro del Interior y al comandante de la FTC y culpamos de todo lo que ocurre en el país al presidente de la República. Y a otra cosa. Es nuestra forma de decir “qué barbaridad” como nos enseñó Susanita, antes de ocuparnos de las cosas que realmente nos importa.

Es una frase vieja y suena a perogrullada, pero en serio, cómo me dolés país!

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