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Bajac no debe ser tomado en serio

En un tiempo eminentemente preelectoral hay demasiados temas importantes en el país, que deberían merecer la atención de los medios y la ciudadanía, como para que algunos sectores pretendan tomar en serio el delirio de Óscar Bajac, ministro de la Corte Suprema de Justicia, que en 5 meses más deberá tomar sus petates y hacer mutis por el foro.

El anciano magistrado, que deberá jubilarse al cumplir 75 años el próximo 14 de julio, lanzó la teoría delirante de que se debería iniciar un diálogo con los miembros del EPP, esos que desde hace años y varios gobiernos tienen en zozobra a la población del Norte del país y que han generado luto y llanto a varias familias paraguayas.

Más que la metida de pata de Bajac, lo que llama la atención es el escándalo que se armó en torno a sus palabras, especialmente en sectores que buscan de cualquier manera recuperar sus días de gloria u obtener sus 15 minutos de fama.

Quizá, si esto hubiera sido dicho por otro ministro de la Corte, o por algún alto funcionario público, o legislador, alguien, en fin, cuya opinión pese para la ciudadanía, tendría que haber merecido atención y análisis de los medios, o por lo menos parar las orejas para evitar que se pudiera producir algún acercamiento indebido entre integrantes del máximo tribunal de la República y la banda de delincuentes.

Pero este señor está de salida. Su opinión ya no pesa para nada. Y no solo por su edad, sino también porque en los últimos 3 años ha perdido mucha credibilidad, luego de haber sido acusado por la Cámara de Diputados de varios delitos, aunque el Senado cajoneó el libelo y decidió no juzgarlo.

Por lo tanto, todo el escándalo que pretendieron armar los que reaccionaron ante su delirio no fue motivado por este sino por un afán de protagonismo desesperado. Tal es el caso del partido Patria Querida, el primero en reaccionar con un furibundo comunicado en el que ordenaba o suplicaba al ministro que se fuera para su casa. De hecho, es exactamente eso lo que va a hacer, pero no por pedido de los patriaqueridistas, sino porque le llegó la jubilación.

Ya lo dijo el ministro del Interior, Ariel Martínez: el gobierno no negociará con el EPP, categóricamente. Con esto tendría que darse por terminada la cuestión, aunque, por lo visto, todavía hay grupitos que pretenden colgarse de lo dicho por el anciano para hacer escuchar su voz, de alguna manera.

Insistimos: es absurdo pensar que lo dicho por Bajac cambiaría el curso de la historia o haría que el grupo armado de delincuentes pueda tener algún tipo de salvoconducto para integrarse a la vida de la República. Aquí no va a pasar como en Colombia, porque el EPP no es un grupo guerrillero sino de delincuentes comunes a los que muy poco les ha interesado siempre el destino del pueblo del que presumen ser su ejército.

El gobierno ha demostrado en varias oportunidades que su decisión de luchar por combatir y extinguir al grupo es firme, y con avances y retrocesos, es lo que se está haciendo desde hace varios años.

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