Las bandas criminales han incendiado varios ómnibus en el Estado de Ceará.
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Bandas criminales ponen a prueba a Jair Bolsonaro

El recién posesionado presidente de Brasil, el ultraderechista Jair Bolsonaro, se enfrenta a una crisis social en la región nordeste de su país. La violencia se ha tomado las calles del Estado de Ceará y las soluciones del gobierno parecen no ser efectivas a largo plazo. El caos es fruto de los atentados orquestados por bandas criminales que pretenden paralizar la dispersión de sus líderes presos por presidios federales (que busca debilitar los grupos delincuentes).

BRASILIA.- Trasladarse de un punto a otro en la ciudad brasileña de Fortaleza, en el noreste de Brasil, se ha convertido en misión casi imposible desde que empezó el año. Los asaltos incendiarios contra los autobuses han dejado el sistema de transporte público diezmado y quintuplicaron el precio de una carrera de Uber.

Las calles están inundadas de basura, que dejó de ser recogida después de que los camiones de recogida fueran atacados. Y los comercios tienen prohibido abrir, bajo amenaza de represalias del crimen organizado. Los atentados son orquestados por grupos de delincuentes que pretenden paralizar la dispersión de sus líderes presos por presidios federales. Esta es la primera crisis de seguridad del nuevo gobierno brasileño, que encabeza Jair Bolsonaro y del juez que le acompaña al frente del Ministerio de Justicia, Sergio Moro.

Los delincuentes llevaron el caos a Fortaleza, la capital, y a 46 ciudades más del Estado de Ceará con 187 embestidas contabilizadas. “En mi barrio (los delincuentes) han ido a las tiendas diciendo que había que cerrar. Los que intentaron abrir vieron que pasaban por las calles para ver si alguien había abierto. Dicen que todo el mundo se tiene que quedar dentro de casa, que si no queman todo”, relata una vecina de Caucaia, la segunda ciudad del Estado.

Los agresiones son cada vez más osados -los delincuentes han volado con explosivos dos viaductos y un puente- y no han cesado ni siquiera con el envío de 400 policías de un cuerpo de seguridad federal, ordenado por Moro, lo que muestra el reto que la escalada de las facciones en Brasil, impone a la política de seguridad del gigante sudamericano.

Un desafío que atañe al gobierno federal y al gobierno estatal de Ceará, en manos del opositor Partido de los Trabajadores, blanco de todo tipo de acusaciones por parte del nuevo mandatario y sus seguidores.

Ceará vive una situación sin precedentes por el momento. Los mensajes intercambiados por los reclusos de las bandas criminales apuntan a que, esta vez, llegaron a un acuerdo entre ellas. Dejar de atacarse y atacar juntas un objetivo específico: el Estado. Y la ineficiencia en la respuesta contra la delincuencia organizada dejo, esta vez, a toda una población rehén. Hasta ahora 358 personas fueron detenidas, según informaciones.

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