Silvestre Olmedo, sacerdote acusado de acoso.
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Blindaje eclesial ampara a sacerdotes acosadores

 

Monseñor Edmundo Valenzuela, arzobispo de Asunción.
Monseñor Edmundo Valenzuela, arzobispo de Asunción.

Los sacerdotes, que en el ejercicio de su presbiterio cometen abuso sexual o son denunciados por acoso, deben ser sancionados conforme a los Derechos Canónicos que gobierna a la Iglesia Católica. Esta situación no rige en nuestro país, teniendo en cuenta que la mayoría de los casos, como el más reciente, que afecta al padre Silvestre Olmedo, exparroco de la Iglesia de Limpio, está quedando impune, por el blindaje que recibe por parte de las autoridades eclesiales de Paraguay.

ASUNCIÓN.- Tras el exabrupto del propio arzobispo de Asunción, monseñor Edmundo Valenzuela, quién habría dicho que la denuncia sobre acoso sexual hecha por la joven Alexandra Torres (20), excoordinadora juvenil de la Parroquia de Limpio, contra el sacerdote Olmedo, era apenas una “piedrita” que no debería ser tenida en cuenta.

Tras la airada reacción de la feligresía católica contra estas expresiones, días después, el prelado quiso retractarse en un intento de poner paño frío a sus expresiones, pidiendo disculpas, lo que fue considerada por la ciudadanía como una “tardía postura” que solo seguía buscando minimizar el hecho.

El caso no es exclusividad del Padre Olmedo. Existen cientos de casos que pasaron al olvido debido a la falta de acompañamiento e interés por parte de las autoridades eclesiales del Paraguay, que antes de sancionar el hecho producido por un clérigo, se preocupan más en blanquear a los sacerdotes que incurren en este tipo de delitos, tal como el caso de Olmedo y otros, que Valenzuela, en un vano intento, quiso ocultar el caso.

Según entendidos en la materia, Olmedo cometió “un acto indecoroso y grave”, pero el arzobispo de Asunción no encontró otra mejor sanción que enviarlo a rezar, figura que no está tipificada en el Derecho Canónico.

Según los antecedentes, la excoordinadora de la Pastoral Juvenil de Limpio, Alexandra Torres, presentó su denuncia en la Fiscalía de Limpio por acoso y coacción sexual, porque inicialmente el padre Silvestre Olmedo le manifestaba su interés con palabras y considerando esa situación trató de evitar estar cerca de él. Sin embargo, relató que el 21 de setiembre del 2016, el clérigo aprovechó que ella se encontraba sola en la secretaría parroquial para manosearla en la espalda y el pecho, según dijo.

El hecho cometido por éste y otros sacerdotes contra su feligresía, es considerado grave y escandaloso, ya que se trata de una traición a la sagrada confianza que ponen en él los fieles, el mismo Jesucristo y la jerarquía eclesial. Los sacerdotes cuando son ordenados prometen ser célibes y renuevan todos los compromisos de la consagración en la misa del Jueves Santo, situación que fue olvidada por muchos sacerdotes y principalmente por el padre Olmedo, que, obsesionadamente acosó a una de sus feligreses.

Pero este tipo de casos ocurren debido a la silenciosa mirada del arzobispo de Asunción, que con una disculpa tardía, intentó convencer a la ciudadanía y a la afectada, que el sacerdote Olmedo necesitaba penitencia y oración para que vuelva a reencausarse en el camino de Dios, situación que fue rechazada por movimientos católicos  y la ciudadanía en general.

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