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Brasil: ¿Diretas ja?

Menos de un año de haber tenido que echar de la Presidencia a Dilma Rousseff por violar normas fiscales al maquillar el déficit del presupuesto, el pueblo brasileño debe enfrentar de nuevo la dura realidad de que otro jefe de Estado sea acusado por la Fiscalía General por obstrucción a la Justicia, corrupción y organización criminal.

Pero en el caso de Michel Temer no hay sorpresas. Ya antes de que asumiera como sucesor de Rousseff, no gozaba de una imagen limpia sino que era sospechoso de haber tenido activa participación del affaire conocido como “Lava Jato”, que implicó en negociados con la petrolera estatal Petrobras a varios políticos, especialmente de la derecha brasilera.

De hecho, parecía un chiste que una persona vista como corrupta pudiera ser reemplazada por otro corrupto, como dando por hecho de que Brasil no era capaz de tener a un presidente lo suficientemente honesto como para no verse salpicado por hechos delictivos.

Lo positivo de este proceso es que la ciudadanía brasileña se ha mostrado firme en su lucha en contra de la corrupción, poniendo en marcha una verdadera revolución contra la impunidad. El pueblo está dispuesto a aceptar que en el proceso de elección de sus autoridades se pudieran cometer errores que terminen con gobernantes corruptos, pero lo que no permitirán es que estos sinvergüenzas queden en la impunidad, que es el verdadero mal endémico que azota a América Latina, devastada por los corruptos, que no son alcanzados jamás por la vara de la Justicia, por lo que terminan sus días, no en la cárcel como deberían, sino en algún paraíso, disfrutando del dinero robado a mansalva a su pueblo.

Por eso es que, apenas 24 horas después de que se conociera el audio difundido por Joesley Batista, uno de los dueños del poderoso frigorífico JBS, en donde el empresario conversa con el presidente brasilero sobre pagos de soborno a funcionarios del gobierno en varios ministerios, una multitudinaria manifestación tomó las calles del país exigiendo la renuncia de Temer o su juicio político.

Posiblemente haya sido esta presión social la que llevó al fiscal general de la República, Rodrigo Janot, a presentar cargos en contra del presidente, al que acusa de encubrimiento en las investigaciones del Lava Jato.

Según el fiscal, tanto Temer como quien fuera candidato presidencial, Aécio Neves, actuaron conjuntamente para impedir el avance de las investigaciones de corrupción, por lo que ahora decidió formular acusación en contra de ambos.

Recién en agosto se cumplirá un año del juicio político que desalojó a Rousseff del poder y asumió Temer, con muchas dudas en el entorno del Ejecutivo, puesto que se sabía desde el vamos que no era precisamente trigo limpio, ya que sus manos venían salpicadas por el escándalo mencionado.

Así que en menos de un año, los brasileños deberán enfrentar la asunción de un nuevo presidente, porque la salida de Temer es solo cuestión de tiempo. Pero esto no parece amilanar a los habitantes del país vecino, decididos como están a seguir intentando, cuantas veces fuera necesario, a entregar las riendas del poder a quien realmente se lo merezca.

En vista de las opciones que surgen para la designación de su sucesor, todo parece indicar que la mejor es el adelantamiento de las elecciones, de manera que, esta vez, sea el pueblo el que elija y no quede de nuevo la responsabilidad en un Congreso que, en gran parte, es cuestionado por negociados y contubernios de sus legisladores.

Luego de tantos tropezones de los que se levantó sin agachar la cabeza ni rendirse ante la desvergüenza, la ciudadanía brasileña pareciera estar más que preparada para elegir con solvencia y honestidad al nuevo habitante del Palacio de Planalto.

Aunque la clase política se halle inmersa en un mar de confusiones, si tiene la suficiente inteligencia como para interpretar los claros signos que le llegan desde el pueblo, podrá actuar en concordancia, dando respuestas concretas a los reclamos. La corrupción no desaparecerá, pero si nuestros países logran que sí termine la impunidad, con los corruptos metidos en una celda, gran parte del camino hacia la transparencia se habrá convertido en realidad. Brasil podría convertirse en el bastión de esta lucha para toda la región.

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