ADN Digital
Artículos relacionados
ASUNCIÓN.- Seguramente no es el único caso “caliente” que haya caído en sus manos, pero el supuesto lavado de dinero que involucraría al extitular de la Conmebol, Nicolás Leoz, con el empresario Aldo Zuccolillo tendría que convertirse en una de las prioridades de la fiscal general del Estado Sandra Quiñónez, quien podría aprovecharlo para demostrar que no está sujeta a presiones de políticos ni medios de comunicación.
Quiñónez evita hablar sobre el tema y eso no nos parece mal ya que su función es impulsar las investigaciones de supuestos delitos y no atender a la prensa. Pero si vemos que avala y consiente la apatía que su agente fiscal Hernán Galeano ha tenido en el caso Leoz-Zuccolillo, podría despertar nuestras sospechas de que ella también ha permitido que la prensa y la clase política intervengan en las decisiones del Ministerio Público.
Lo que ocurre es que, desde hace un año, Galeano tiene en su poder el expediente de la denuncia del actual presidente de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol), Alejandro Domínguez, en contra de su antecesor y el dueño de ABC por presunto lavado de dinero con el cual Leoz habría conseguido vaciar las arcas de la confederación.
Y en todo el año no hizo absolutamente nada en el caso. No inició ninguna investigación lo que da la pauta de que el caso permanece escondido en alguno de los cajones de su escritorio, a diferencia de lo que ocurre en el caso de Darío Messer, en donde pareciera que le falta tiempo para hacer todo lo que quiere hacer y lo que le indica el diario ABC que tiene que hacer.
Claro que esto podría cambiar sustancialmente si Quiñónez ordena a su agente que cumpla con su deber e investigue la denuncia de Domínguez. Y esto debe ser algo que decida de manera urgente porque las pruebas de la Conmebol son contundentes y nada puede hacer que Leoz y Zuccolillo salgan impunes de esto, salvo que tengan de su lado a los investigadores.
Además, permitiría que la fiscal general deje sentada su postura de oponerse a las presiones de la clase política y los medios de comunicación, que pretenden que juegue el partido a su favor.
