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Enrique Salyn Buzarquis no figura ni en las encuestas y eso le hace protagonizar situaciones absurdas, como manifestar preocupación por una posible estafa al Estado cuando él mismo está imputado por lesión de confianza y usurpación de funciones públicas en un caso que lo involucra por 600 mil dólares, de cuando era ministro de Obras Públicas del gobierno de Federico Franco.
ASUNCIÓN.- Si la condición más importante para ser un caudillo es la caradurez, Buzarquis debería ganar por varios cuerpos a sus contendientes liberales. Claro que ellos tampoco se quedan muy atrás, pero quizás porque las encuestas les dan alguna chance, el oficialista Líder Amarilla y el disidente Efraín Alegre, en este momento parecen más dedicados a promocionar sus candidaturas en lugar de atacar a sus rivales.
Parece que atacar a los representantes liberales en el Congreso por su buen relacionamiento con el presidente Horacio Cartes se ha convertido en la principal herramienta de ataque de los candidatos disidentes. Debemos reconocer que esta misma acusación la hizo no hace mucho el mismo Alegre, pero por lo visto descubrió que eso no le da votos, así que cambió de estrategia.
Buzarquis no. Sigue dando pataleos de ahogado, desesperado porque no hay encuesta que le de alguna chance de ganar las internas del próximo domingo 26 de junio, así que quiere que los electores liberales voten en contra de quienes han coincidido en varias posturas con el jefe de Estado.
Ahora su protesta es por la ley que prorroga el plazo de concesión de la Ruta 7 a Tape Porâ. Critica a sus correligionarios, a quienes acusa de ser más cartistas que la propia Sarah Cartes, y manifiesta su temor por lo que puede ser una gran estafa para el Estado paraguayo.
Esto hasta podría generar algún sentimiento de admiración si el que lo dice no fuera precisamente Buzarquis, el exministro de Obras Públicas que está imputado por lesión de confianza y usurpación de funciones públicas por haber contratado de manera directa e innecesaria a una empresa italiana para una consultoría internacional, de cuyos resultados jamás se tuvo noticia.
Buzarquis ni siquiera debería estar candidato a presidir el PLRA. Tendría que estar en su casa, aguardando la sustentación de su juicio y buscando pruebas que demuestren la inocencia de la que tanto alardea. Pero no. Él pretende ser presidente de todos los liberales y se muestra como un impoluto, como si no tuviera que justificar qué se hizo con 600 mil dólares de las arcas del Estado.
