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“Cambalache” senatorial

Muchas veces creemos haber agotado por completo nuestra capacidad de sorprendernos, pero luego la realidad se encarga de demostrarnos cuán equivocados estábamos. Es lo que pasa muy frecuentemente con el Congreso, como lo confirmó nuevamente ayer la Cámara de Senadores. En una inusual sesión extraordinaria, convocada para reconsiderar la ley de duplicación de las rutas 2 y 7 que la misma instancia había sancionado el día antes, y ya sin quorum, un grupo de legisladores decidió volver a tratar el tema en la sesión ordinaria de este jueves. La medida, que además de insólita es de muy dudosa legalidad, no tendría mayores efectos, pues si para dicha ocasión no están presentes en la sala la cantidad de senadores que exige el reglamento, como todo indica que sucederá, la normativa quedaría aprobada vía “sanción ficta”. Sin embargo, estas prácticas demuestran que a nuestros políticos, o a buena parte de ellos, les importa poco o nada el respeto a la institucionalidad, a la que degradan constantemente.

La legislación en cuestión fue aprobada el pasado lunes en el mismo sentido de lo resuelto antes por Diputados, es decir sin modificaciones. En la oportunidad, el senador Carlos Filizzola, en el ejercicio de la presidencia, repitió varias veces la votación, para contabilizar correctamente la forma en que se expidieron sus colegas. En todas ellas se constató una mayoría de 20 votos, contra 18 que proponían aceptar el proyecto de la Cámara Baja con modificaciones. Y allí tendría que haber acabado todo, pero como se trata del Senado, de este Senado, no fue así.

Como si se tratara de una comedia teatral, aunque con malos actores, en el primer acto la minoría cayó repentinamente en la cuenta que no era tal y que en lugar de 18 en realidad fueron 20, que todas las veces se contó mal y que, por tanto, la votación fue nula. Seguidamente, para embarrar más la cancha, los senadores Eduardo Petta, de la “multibancada”, y Juan Carlos Galaverna, de la disidencia colorada, salieron a afirmar que en realidad no hubo mayoría para sancionar la Ley, ya que para eso se requerían 21 votos y no 20, lo cual significaría que “no corrió” la versión de Diputados.

Pero hubo un segundo acto, bastante grotesco por cierto. Este se produjo en la sesión extraordinaria de la víspera, cuando el sector oficialista anunció que se retiraba de la Sala, quedando así sin quorum. A pesar de ello, el presidente del Senado, “Marito” Abdo Benítez, puso rápidamente a votación la moción de dejar sin efecto la aprobación de la norma, tal como fue resuelto.

La burda maniobra fue reconocida por el propio Galaverna en entrevista mantenida con Mina Feliciángeli, en radio1000. El senador reconoció que cuando el oficialismo estaba abandonando el pleno y él hacía uso de la palabra, notó que su colega Enrique Bacchetta se acercó a la presidencia para que apure la votación, razón por la cual prefirió guardar silencio de manera a que la misma se lleve a la práctica, para retomar inmediatamente su alocución.

Galaverna presentó el hecho como una “picardía”, fruto de la “viveza criolla” de quienes aprovecharon la “lentitud” de sus adversarios. Pero en realidad no fue más que un acto ilegal protagonizado por vulgares patoteros, quienes a lo largo de este periodo legislativo –que felizmente se está despidiendo- convirtieron al Senado de la Nación en un simple cambalache político.

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