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Capiatá o… Brasilia???

Importa poco si fueron 30, 40 o 50.000 los colorados que se congregaron anoche en Capiatá. En nuestro país los números se manejan con muy poco rigor, sea para arriba o para abajo, según el interés político de quien se atribuye la capacidad de “dar la precisa”. Lo cierto es que el partido colorado volvió a mostrar su enorme poderío y ratificó su respaldo al titular del Poder Ejecutivo, solo retaceado por una minoría conformada por el movimiento “Colorados Añetete”, que apostó todas sus fichas a boicotear el acto, pero fracasó de manera estrepitosa.

En un arrebato de impotencia y desesperación, el líder de la disidencia, Mario Abdo Benítez, “Marito”, quiso justificar de la peor manera posible la no concurrencia de su movimiento al acto del partido del cual dice ser parte: apelando a lo que no es lo suyo, la ironía, que como recurso está reservado solo para los talentosos. Así, al sostener que “según sus conocimientos”, el aniversario de la ANR era el 11 de setiembre y no el 9, lejos de resultar sarcástico, lo que seguramente fue su intención, hizo el papel de idiota, de niño pichado al cual le sacaron la pelota, lo que no se condice en lo más mínimo con sus ambiciones presidencialistas.

Su colega y compañero de ruta, el senador Enrique Bacchetta, también balbuceó algunos argumentos, que al igual al aducido por su líder, tampoco puede considerarse una explicación política sobre los motivos del boicot. Según el legislador, no debería hacerse una celebración, siendo que hace un par de semanas fueron asesinados 8 militares en el Norte. Desde luego que es un hecho doloroso, pero con el criterio de Bacchetta, Estados Unidos no tendría que haber celebrado nunca más el 4 de julio, después el atentado a las Torres gemelas, que dejó más de 3.000 muertos.

Y no faltaron quienes cuestionaron el costo que representa una movilización de esta envergadura “en tiempos de crisis”, lo que estaría muy mal, omitiendo que de las arcas del Estado no salió para el efecto ni un solo centavo y que, en otros casos, cuando se trata de protestas antigubernamentales, está bien “tirar la casa por la ventana”, como en el de la marcha de sectores campesinos manipulados por el “luguismo”, en mayo pasado, cuando por espacio de 30 días se instalaron en la Capital más de 3.000 labriegos.

A pesar de estos “dimes” y “diretes”, el acto por el aniversario 129 de la ANR fue un éxito, que debe ser evaluado en su justa dimensión. Especialmente por parte de la disidencia, que no fue capaz de sabotearlo y que mañana, 11 de setiembre, va a mostrar su orfandad popular, como ya lo evidenció en las últimas internas partidarias, en las que solo obtuvo el 22 o 23% de los votos.

Sin embargo, aunque la correlación de fuerzas es indiscutiblemente favorable al oficialismo, el balance de los “Añeteté” no debe restringirse únicamente a este hecho. Lo que sus referentes deben comprender de una buena vez es que el viejo “modelo” partidario que pretenden restaurar, aquel “partido stronista” basado en el clientelismo y la prebenda, el del trampolín para que un puñado de dirigentes se repartan los “zoquetes” en provecho propio, YA NO  CORRE.

La convocatoria multitudinaria de anoche es una expresión de que la ANR ha comenzado a transitar por un nuevo rumbo, sacándose de encima el lastre de aquellas décadas infames durante las cuales fue prostituido por la dictadura. Veremos que muestran mañana “Marito” y sus pares de la disidencia en el parque Caballero, aunque lo coherente en ellos hubiese sido formar una delegación para visitar la tumba de Stroessner, en Brasilia.

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