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Cicatrizando viejas heridas

Ayer llegó a su fin uno de los juicios más importantes  de todos los tiempos en América Latina. El Tribunal Federal 1 de Buenos Aires dictó sentencia en la causa del “Plan Cóndor”, concebido y ejecutado en coordinación por las dictaduras de Argentina, Chile, Paraguay, Uruguay y Brasil, las que secuestraron , torturaron y asesinaron a dirigentes políticos y gremiales que las combatían. Fue un juicio único en su género.

El primero en trascender las fronteras regionales y hacer Justicia con 115 víctimas de otros países, entre los que se encuentran 13 de los tantos paraguayos desaparecidos en el vecino país. Y también único por la montaña de pruebas documentales que se aportaron a lo largo del proceso, entre los que se destacan más de medio millón de fojas provenientes del “Archivo del Terror”, detectado en dependencias policiales tras el derrocamiento de Alfredo Stroessner. El resultado fue la condena a 14 tenebrosos criminales, a quienes en todo momento se los trató de genocidas, como corresponde. Entre ellos, con una pena de 20 años, al único “presidente” vivo del régimen militar argentino, general Reynaldo Bignone, de 88 años, así como al coronel uruguayo Manuel Cordero. Sin lugar a dudas, se trata de un fallo histórico y un mensaje para aquellas mentes enfermas que quieran volver a un pasado espantoso de que los crímenes de lesa humanidad tarde o temprano se pagan. Y muy caro.

En 1999, un grupo de abogados impulsó en la Argentina la causa por el Plan Cóndor, calificado correctamente por el hijo de una de sus víctimas, Rolando Goiburú, como “un Mercosur para secuestrar, torturar y matar a los luchadores por la democracia”. De entonces hasta el inicio del juicio, en el 2013, acumularon documentaciones irrefutables sobre los actos criminales cometidos por los acusados, ahora condenados. Además de un documento desclasificado del Departamento de Estado de los EE.UU, de 1978, redactado por el agente especial Robert Scherrer de la embajada norteamericana en Buenos Aires al FBI, también pueden contarse 4 millones de fotogramas de archivos del Paraguay, 44 mil documentos desclasificados de Estados Unidos sobre Chile y 3 mil sobre Argentina. Hubo 90 legajos de las Fuerzas Armadas y de Seguridad en análisis, 72 informes de dependencias del Estado argentino y 12 informes de organizaciones de derechos humanos como Anmistía Internacional, la Vicaría de la Solidaridad de Santiago de Chile y la Comisión de la Verdad de Río de Janeiro.

Hasta que se llevó adelante esta causa, se había hablado sobre el “Plan Cóndor” en otros juicios, como a los componentes de las Juntas Militares de Argentina, al igual que en procesos desarrollados en el Uruguay. Pero con el fallo dictado en la víspera, uno de los más trascendentes actos de Justicia de un tribunal, se probó la existencia de una “asociación ilícita”  entre las dictaduras del Cono Sur, integrada a los fines de perseguir y exterminar a todo opositor que considerasen “de cuidado”.

Ante tamaño hecho solo cabe expresar nuestro respeto y agradecimiento al tribunal argentino, aunque con un dejo de sabor amargo dado que durante los alegatos realizados en el juicio también se hizo constar que en nuestro país no se impulsó el juzgamiento y castigo a los crímenes cometidos por el stronismo, salvo en tan pocos casos que se pueden contar con los dedos de una mano.

Gloria a las víctimas de las dictaduras genocidas. Terrorismo de Estado… ¡NUNCA MÁS!

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