Francisco Ocampos (con la guitarra con lente), con el coro de “Pontificia Università Gregoriana de Roma”.
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Comienza la Semana Santa que “es alegre y dolorosa”

El sacerdote paraguayo, Francisco Ocampos, quien se encuentra en Roma, hace 4 años, habló para ADN sobre el significado de la Semana Santa. “Esta celebración tiene como un doble sabor, dulce y amargo, es alegre y dolorosa, porque en ella celebramos la entrada del Señor en Jerusalén, aclamado por sus discípulos como rey. Se proclama solemnemente el relato del evangelio sobre su pasión”, manifestó.

ASUNCIÓN.– El padre Francisco Ocampos se encuentra actualmente en el “Pontificia Università Gregoriana de Roma”, donde estudia y enseña. Ya terminó la carrera de Ciencia de la Comunicación Pastoral en Università Pontificia Salesiana Roma y con gusto respondió al requerimiento de ADN.

En la Semana Santa. “nuestro corazón siente ese doloroso contraste y experimenta en cierta medida lo que Jesús sintió en su corazón en ese día, el día en que se regocijó con sus amigos y lloró sobre Jerusalén”, manifestó.

Agregó que el “Evangelio que se ha proclamado antes de la procesión (cf. Mt 21,1-11) describe a Jesús bajando del monte de los Olivos montado en una borrica, que nadie había montado nunca; se hace hincapié en el entusiasmo de los discípulos, que acompañan al Maestro con aclamaciones festivas; Jesús mismo ve en esta alegre bienvenida una fuerza irresistible querida por Dios, y a los fariseos escandalizados les responde: ‘Os digo que, si estos callan, gritarán las piedras’ (Lc 19,40)”.

Siguió diciendo, “pero este Jesús, que justamente según las Escrituras entra de esa manera en la Ciudad Santa, no es un iluso que siembra falsas ilusiones, un profeta ‘new age’, un vendedor de humo. Jesús es el Mesías bien definido, con la fisonomía concreta del ciervo, el ciervo de Dios y del hombre que va a la pasión; es el gran Paciente del dolor humano”.

Igualmente manifestó que “Al mismo tiempo que también nosotros festejamos a nuestro Rey, pensamos en el sufrimiento que contemplaremos en estos días de la semana santa.

Pensamos en las calumnias, los ultrajes, los engaños, las traiciones, el abandono, el juicio inicuo, los golpes, los azotes, la corona de espinas…, y en definitiva al vía crucis, hasta la crucifixión”.

Recordó lo dijo Jesús claramente a sus discípulos: ‘Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga’ (Mt 16,24). Él nunca prometió honores y triunfos. Siempre dijo a sus amigos que el camino de la victoria final pasaría a través de la pasión y de la cruz. Del mismo modo vale para nosotros”, remarcó el sacerdote.

JESÚS PRESENTE EN MUCHOS DE NUESTROS HERMANOS

En otra parte de la entrevista, el padre Francisco Ocampos enfatizó que hoy “Jesús está presente en muchos de nuestros hermanos y hermanas que hoy, hoy sufren como Él.

Sufren a causa de un trabajo esclavo, sufren por los dramas familiares, por las enfermedades, sufren porque no hay medicina en los hospitales, sufren a causa de la inundación y nuestros hermanos paraguayos tienen ingeniarse para construir sus viviendas en las plazas (frente al congreso), sufren nuestros jóvenes quienes porque no hay posibilidades para poder estudiar o trabajar, sufren nuestros hermanos campesinos, sufren nuestros hermanos indígenas, en Paraguay podemos seguir citando un sinfín de sufrimientos que son los mismos sufrimientos de aquella crucifixión de hace más de 2000 años”.

Igualmente se refirió a la situación en esa otra parte del mundo, en Europa, “se sufre a causa de la guerra y del terrorismo, por culpa de los intereses que mueven las armas y dañan con ellas. Hombres y mujeres engañados, pisoteados en su dignidad, descartados. Jesús está en ellos, en cada uno de ellos, y con ese rostro desfigurado, con esa voz rota pide que se le mire, que se le reconozca, que se le ame”

Agregó que “No es otro Jesús: es el mismo que entró en Jerusalén en medio de un ondear de ramos de palmas y de olivos. Es el mismo que fue clavado en la cruz y murió entre dos malhechores. No tenemos otro Señor fuera de él: Jesús, humilde Rey de justicia, de misericordia y de paz”, concluyó.

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