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Con cantos de sirena, buscan “seducir” a HC

Los sectores antienmienda han incorporado un nuevo componente a la estrategia que vienen implementando para imponer su voluntad política. A la violencia que promueven desde carpas partidarias y medios de prensa, que no disminuyó ni en estos días “Santos”, ahora sumaron “voces de sirenas” con las que susurran a Horacio Cartes al oído, buscando convencerle de que “en sus manos está la posibilidad de pacificar la República” y que “un gesto de grandeza” de su parte hará que la historia lo recuerde como un buen presidente, un gran hombre, un extraordinario estadista, solo comparado con personas de la talla de Winston Churchill o Franklin Delano Roosvelt, por citar un par de ejemplos. Pura basura, al servicio de infundir el derrotismo en las filas del oficialismo, para que sus detractores, devenidos en implacables enemigos, ganen la guerra por abandono.

Se trata de una “perfecta” división del trabajo, como la que se realiza en los interrogatorios a los prisioneros, en los que siempre está el “policía bueno” y el “policía malo”. El primero apela a los garrotazos, la picana y la pileta para que la víctima confiese lo que el verdugo quiere escuchar; en tanto que el segundo le “explica” a la víctima la importancia de que firme la confesión que le prepararon, para evitar males mayores, poner fin al tormento y que así pueda desarrollar nuevamente una vida normal, como cualquier otro sujeto.

ABC Color y sus monigotes políticos más radicales hacen el trabajo sucio, el de azuzar permanentemente a la ciudadanía para que protagonice actos de violencia, reivindicando a diario el método del linchamiento público y defendiendo a los vándalos que incendiaron el Congreso, a quienes con todo desparpajo considera “héroes”. Estos cumplen el papel de los “policías malos”. Y vaya que lo son. Están dispuestos a todo, a traspasar los umbrales hacia la violencia generalizada, con tal de obtener lo que se proponen.

Pero como “el hueso es duro de roer”, empezaron a escucharse en los últimos días otras voces, aparentemente preñadas de “sana” preocupación, mesura y sensatez, entre ellos la de algún obispo, dirigente empresarial e incluso de personajes supuestamente “imparciales”, pronunciando proclamas a favor de “salvar a la patria”, “poner fin al odio y a la violencia”, “evitar el enfrentamiento entre paraguayos” y muchas otras expresiones con las que ningún ser racional podría estar en desacuerdo. Pero he ahí que el llamado no está dirigido a las partes en conflicto, sino, específicamente, a Horacio Cartes, para que el oficialismo y demás promotores de la enmienda, es decir una de las partes, desista de su posición a favor de la reelección, que por lo demás no pretende imponerla, sino someterla al veredicto de las urnas. Estos son los “policías buenos”, que por esta vía, la de la “persuasión”, intentan alcanzar el mismo fin que los “malos”, cual es la rendición.

Es el cinismo elevado a la máxima potencia. ¿Por qué monseñor Giménez no le “insta” a Zuccolillo y Vierci que paren con la prédica irracional a favor de la violencia? ¿Por qué Eduardo Felippo, de la UIP-Feprinco, no hace lo mismo con Efraín Alegre, que desde hace meses anunciaba en las páginas de Ultima Hora la “toma” del Congreso, o con “Marito” Abdo Benítez, Robert Acevedo y  Desirée Massi, que celebraron con aplausos y vítores cuando la turba ingresaba a la sede de este poder del Estado para prenderle fuego?. Pero reiteremos la pregunta cuya respuesta los delata: ¿Por qué no dirigen sus llamados a todos los protagonistas de esta historia, en lugar de hacerlo solo a uno de ellos (Horacio Cartes), encima para que decline a favor de sus verdugos?

Si la intención de estos “pacifistas” fuera realmente sincera, sean obispos, empresarios o zapateros, no importa la profesión u oficio, comenzarían por mantener una postura relativamente imparcial frente al conflicto, exigiendo a todos que, en primer término, se pronuncien en repudio a cualquier hecho violento y que acaten los fallos que sobre el particular produzca la Justicia. Si no lo hacen, como está aconteciendo, solo cumplen el papel de “policías buenos”, tan ruin como el de los “malos” que obtienen las confesiones en base a la tortura, solo que por otros medios igual de letales, pero más “dulces” al oído, cual canto de sirena.

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