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Desde inicios del siglo pasado no se ha visto un gobierno que trabaje para el futuro, que es lo que está haciendo Horacio Cartes, con las obras de gran envergadura que trascenderán largamente su tiempo de gestión.
Hasta hace dos años, la gente gobernaba para el momento, sin pensar en las generaciones futuras. El cortoplacismo era el sello que impregnaba cualquier emprendimiento, como si justificar de cualquier manera el tiempo del mandato fuera lo único que importaba. Malos gobiernos, aplazados, que provocaron “décadas perdidas”, que se están empezando a subsanar ahora.
El súperviaducto de Calle Última, una obra emblemática, las mil viviendas del ex RC4, y tantas rutas del interior del país estarán allí mucho después de que Cartes se haya retirado de la vida política, y eso es tener mentalidad de estadista, lo que diferencia al actual jefe de Estado de todos sus antecesores. Muy bien lo dice el slogan del gobierno, aquí y ahora se está trabajando para el futuro.
Pero no nos detengamos en las 130 obras de infraestructura que están en proceso a nivel nacional y que ahora podrán terminarse gracias al préstamo de 200 millones de dólares del BID. La gestión gubernamental de trabajar para el futuro va mucho más allá y servirá de base para un país diferente, el mismo que hace siglos nos prometen los políticos de turno.
Los avances que se han dado en materia de salud y educación son inmensos. La cantidad de viviendas entregadas para la gente de escasos recursos supera cualquier previsión, por más optimista que fuere, que se pudiera haber tenido.
No nos engañamos ni pretendemos engañar a nadie. La deuda social sigue siendo muy grande, fruto de décadas de indiferencia de la clase dirigente del país. Posiblemente no será este gobierno el que vea superadas las asimetrías y la concreción de un esquema de igualdad de oportunidades para todos, pero el camino se ha empezado a andar, lleva ya un importante trecho y todo indica que no hay ninguna intención de desviarse de tan nobles objetivos.
Nadie puede discutir sobre lo realizado. Los números que ha presentado el gobierno en todas las áreas, especialmente las sociales, son irrebatibles. Y esto no lo dicen solamente quienes apuestan a Cartes y su entorno, sino que ha sido reconocido por organismos internacionales y la comunidad de naciones, que en todo momento destacan la evidente lucha contra la corrupción que se ha emprendido de manera seria a partir del 2013, con resultados que no son definitivos, pero demuestran la firme decisión de cumplir con el compromiso asumido ante la ciudadanía.
Por todo esto es que resulta difícil de digerir que existan bolsones retardatarios, de gente que disfruta y saca ventaja de la mala situación de sus compatriotas, y le molesta que haya un gobierno central dispuesto a no repetir errores de sus antecesores y de poner las cosas en orden.
Si tan solo todos los paraguayos tuviéramos el mismo empecinamiento por salir del pozo solidariamente, dejaríamos de poner el palo a la rueda a todo intento de que esta situación cambie. Estamos tan acostumbrados a la inacción de todos los gobiernos anteriores, que somos incapaces de cambiar de chip y ponernos al servicio de la gente, ahora que tenemos uno que piensa en la ciudadanía. Y es tiempo de que empecemos a hacerlo.
