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MIAMI. Al día de hoy, cuatro meses después del primer caso detectado en Wuhan, China, el nuevo coronavirus solo perdonó a algunas islas en los océanos. De diciembre del año pasado a la fecha, en 200 países y territorios, se confirmaron oficialmente 921.924 casos de personas con Covid-19, de las cuales 46.251 han fallecido y 183.227 se han recuperado.

Actualmente, Estados Unidos encabeza la lista de naciones afectadas con 188.592 casos confirmados y 4.055 muertes. Siguen, por cifra de casos confirmados (incluidos los fallecidos†), Italia (105.792/12.428 †), España (95.923/8.464 †), China (81.540/3.306 †), Alemania (71.808/775 †) y Francia (52.128/3.523 †).

En América Latina suman más de 21.000 casos confirmados y casi 600 muertos. Brasil sigue siendo el país con mayor número de casos confirmados, registra 6.836 pacientes (240†), seguido por Chile (3.031/16†) y Ecuador (2.748/93†). El detalle angustiante es que las cifras varían rápidamente.

En la ciudad ecuatoriana de Guayaquil se registra una situación terrorífica: las muertes desbordaron la capacidad de procesamiento de cementerios y crematorios, y los muertos, por Covid-19 o la causa que sea, son abandonados. Hoy se registraron escenas difíciles de imaginar como posibles: cremación clandestina de cadáveres en la vía pública, en el lugar en que fueron dejados.

El periodista Carlos Montero reflexionó desde su cuenta en Twitter que, prácticamente, la única herramienta para tratar de evitar el contagio es disminuir a lo absolutamente indispensable la interacción social.

“Para que se den una idea de lo importante que es #QuedateEnLaCasa : autoridades de salud 🇺🇸 (Estados Unidos) afirman que más de dos millones de personas hubieran muertos x #coronavirus en el país si no se tomaban esas medidas. 3900 suman los muertos este martes en USA”, publicó Montero.

Como evidencia de la contundencia de sus palabras, la situación en España e Italia reflejan el caos que puede causar el virus cuando la orden de guardar cuarentena no es respetada por los ciudadanos.

En el caso de Wuhan, capital de la provincia de Hubei, en China, donde se inició la pandemia y hoy el coronavirus por poco no parece una cosa del pasado, la explicación del éxito de las autoridades sanitarias de esa ciudad en controlar el Covid-19 podría encontrarse en la ferocidad de las medidas aplicadas por el Gobierno local.

En enero y febrero de este año, videos y fotografías de Wuhan inundaban las redes denunciando la brutalidad de las autoridades para obligar a la gente a permanecer en sus casas. Los procedimientos incluían encerrar a los contagiados en sus domicilios trancando sus puertas por fuera, soldar los accesos de los edificios para evitar las salidas, perseguir y apresar con bastones para atrapar perros a los ciudadanos que desoían las órdenes de confinamiento y luego destinarlos al aislamiento.

A diferencia de Occidente, el Gobierno de China no tiene que rendir cuentas a nadie acerca de su brutalidad y sus ciudadanos aceptan como parte de la naturaleza la dictadura del Partido Comunista Chino. Aparte de estos detalles, en el “Reino de la Tierra Media”, donde se inició esta pandemia, ahora su principal preocupación es prevenir los “casos importados” del coronavirus.

Mientras tanto, en América Latina, lo peor parece que está por venir. En países como Brasil y México, los propios presidentes actuaron en principio como si la pandemia del coronavirus fuese una “histeria” o “algo que podía curarse con amuletos”. En otros, se apeló al distanciamiento social, algo que las personas parecen incapaces de practicar aun cuando sus propias vidas estén en juego.

Fuentes: The Guardian, Infobae, Korea Herald, Xinhua, Deutsche Welle