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Corrupción, un legado infame del stronismo

ASUNCIÓN.- Con la llegada de la democracia política, también se “democratizó” el método nefasto de la corrupción, que durante la dictadura beneficiaba exclusivamente a la camarilla stronista, sometida al dictador, que era beneficiada por los grandes negociados de la época. En estos 30 años, en lugar de desaparecer, esa herencia que nos dejó el dictador fue abriéndose, y desde entonces son cada vez más los que se benefician con los chanchullos y el despilfarro del dinero público.

El stronismo –que no estaba muerto sino andaba de parranda- critica a los demócratas porque, asegura, siguen recurriendo a la muletilla de la “herencia de la dictadura” para justificar los numerosos errores cometidos durante la casi interminable transición que empezamos a vivir aquellos 2 y 3 de febrero de 1989.

En algunos casos, puede que los nostálgicos tengan razón. Recordemos que este no era un pueblo acostumbrado a vivir en democracia, con sus libertades garantizadas, como ocurrió en Chile, por ejemplo, en donde la dictadura pinochetista fue un paréntesis en la vida democrática del país. Aquí los paréntesis eran los de la democracia, porque la constante eran las sucesivas dictaduras.

Así que de a poco, en base a prueba y error, fuimos aprendiendo a vivir en este sistema, que para la gran mayoría era desconocido. En el camino, las equivocaciones, posiblemente, superaron a los aciertos. Pero se ha avanzado bastante. Sin embargo, hay cuestiones en donde la herencia nefasta de la dictadura sigue tan vigente como en el 89.

Y uno de estos legados, sin lugar a dudas, es el de la corrupción. Aunque los stronistas pataleen y aseguren que los corruptos vinieron después del 89, lo cierto es que este sistema de enriquecerse a costa del erario público empezó y se consolidó durante la dictadura. Vender la conciencia a cambio de plata o poder, fue inventado por el dictador para beneficiar a su camarilla. La diferencia entre esa época y estas últimas décadas es que la corrupción también se “democratizó” y ahora ya no beneficia solo al entorno, sino que es repartida en pedazos entre una cantidad de badulaques que siguen convencidos de que venderse por un poco de plata justifica cualquier atropello a las arcas del Estado.

La corrupción sigue siendo un mal endémico en el país, sin importar los gobiernos que asumieron en estos 30 años. Y es de lo que más está harta la ciudadanía, que ha llegado a un punto en el que ya no le importa el color del que está al mando, sino que pueda concretar una lucha efectiva y exitosa en contra de este flagelo.

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