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Corrupción y decadencia del Grupo AZ

Ayer se cumplió una semana del “bombazo” publicado en forma de espacio reservado por el presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez, en el que responsabiliza a Nicolás Leoz del fenomenal vaciamiento de dicha institución y a Aldo Zuccolillo de haber “lavado” gran parte de ese dinero a través de dos de sus empresas: Financiera Atlas (actualmente Banco Atlas) e Inmobiliaria del Este. Una semana a lo largo de la cual el verborrágico director propietario de ABC Color mantuvo sepulcral silencio sobre la grave denuncia que, de confirmarse en los estrados judiciales, lo haría portar un atuendo color naranja y grilletes. A cambio, éste optó por el “viejo truco” de pretender apagar un incendio creando otro mayor, acusando de todo lo imaginable a su denunciante. Pero los hechos, como son. No dijo una sola palabra sobre los cargos en su contra, colocándose de esta manera a sí mismo un enorme cartel que lo sindica como culpable.

Los entretelones de esta macabra historia de corrupción comenzaron a aflorar cuando Domínguez asumió la conducción de la entidad, no encontrando documentación alguna con antelación al año 2013, respecto a contratos y pagos realizados, entre otros. Por tal motivo, solicitó la realización de una auditoría forense, que arrojó como resultado la existencia de un monumental desfalco de aproximadamente 140 millones de dólares.

Con el correr de las investigaciones fueron surgiendo una serie de elementos probatorios del fraude. Boletas de depósito que Leoz hizo en varias cuentas personales que tenía en Atlas, algunas de las cuales representaban sumas cercanas al millón de dólares, al tipo de cambio de la época. Se publicaron los extractos de tales operaciones en casi todos los diarios de circulación nacional. Y también salió a la luz que el expresidente de la Conmebol a su amigo y excompañero de colegio, le entregó unas 2.400 propiedades para que sean loteadas por Inmobiliaria del Este, de acuerdo a lo afirmado por Domínguez.

La gravedad de las acusaciones salta a la vista. Pero Zuccolillo mantiene la boca cerrada, lo cual es más que sugestivo, pues cualquiera que esté “libre de pecado” respondería de inmediato y con contundenciaa semejantes cargos en su contra. Y no solo guarda silencio, sino que también obstruye la posibilidad de que los hechos se esclarezcan.

En efecto, ya en agosto del año pasado, el prestigioso buffet de abogados norteamericanos “Quinn Emanuel”, que colabora con la Justicia de los Estados Unidos en lo concerniente a las denuncias del supuesto delito de lavado de dinero, solicitó al presidente del Banco Atlas, Miguel Ángel Zaldívar (yerno de “Acero”), informes y documentación sobre los movimientos de dinero de personas vinculadas a la Conmebol. Sin embargo, Zaldívar se excusó de brindar los datos requeridos alegando una cuestión de “secreto bancario”.

Tan sugestivo como el mutismo de Zuccolillo y su negativa a colaborar con la investigación judicial, es la inacción de los órganos encargados de combatir estos actos ilegales, como es el caso de la Secretaría de Prevención de Lavado de Dinero (SEPRELAD) y de investigarlos concienzudamente para dilucidarlos en los estrados judiciales, como corresponde al Ministerio Público.

Ambas instituciones se hacen las desentendidas, por el temor que infunde el poderoso empresario y la artillería mediática que tiene a su cargo, pero si sus responsables no están a la altura de los acontecimientos, como lo están por ejemplo sus pares brasileros, que den un paso al costado y se marchen a sus casas, que habrá quienes tengan el coraje de obrar como mandan las leyes, por más que eso afecte encumbrados personajes, que hayan amasado sus fortunas de manera ilícita.

En cuanto a Zuccolillo no resta mucho por decir, más que su descabellado proceder de los últimos tiempos, mintiendo groseramente e incitando de manera constante a la violencia, a lo que ahora se suma esto, marcan la acelerada decadencia de su imperio.

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