Inicio / La visión de ADN / De Marquetalia a Cartagena

De Marquetalia a Cartagena

No solo ha sido el conflicto más largo de América Latina, sino de todo el hemisferio occidental. La guerra civil que azotó Colombia tiene como saldo cerca de 300.000 muertos, decenas de miles de desaparecidos y 7 millones de desplazados, es decir de personas que se vieron obligadas a abandonar sus hogares, además de una lista interminable de secuestros extorsivos, violaciones e innumerables tragedias personales. No en vano todos los países democráticos del mundo celebran jubilosos los acuerdos de paz que al fin arribaron el gobierno de Juan Manuel Santos y la guerrilla de las FARC, si bien ahora se inicia una etapa que no estará exenta de problemas.

Aunque resulte paradójico, Colombia es una de las democracias más antiguas y estables del subcontinente, pero carga sobre sus espaldas con una larga historia signada por las profundas desigualdades sociales -solo superadas por las que registran Haití y Honduras-,  con la consecuente concentración de las riquezas en manos de unos pocos y la pobreza extrema de muchos, a lo que se suman índices elevadísimos de corrupción.

Para hacer frente a esta realidad, en los años 50 y 60 surgieron alrededor de un centenar de organizaciones armadas, entre ellas un grupo de autodefensa compuesto por campesinos de tendencia liberal, que más tarde, en plena “guerra fría” entre EE.UU y la Unión Soviética,  se adhirieron al comunismo y se instalaron en una zona de cordilleras, en el centro del país, llamada “Marquetalia”. Tras ser derrotados por fuerzas del gobierno, a mediados del año 1964, su líder Manuel Marulanda, conocido como “tiro fijo”, funda primero una guerrilla de nombre Bloque Sur, que dos años después, hace medio Siglo, adopta el nombre de Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.

Durante décadas, las FARC fueron un Estado dentro del Estado colombiano. Contaba con “zonas liberadas” y un tremendo poderío militar y financiero, que se le adjudicaba a los vínculos que forjó con el narcotráfico. Su nombre figuraba en la lista de los organismos de inteligencia como “terrorista”. Hasta ayer, a pocas horas de firmarse los acuerdos, cuando el Consejo de la Unión Europea emitió un comunicado informando que “ha decidido suspender a las FARC de la lista de organizaciones terroristas”.

El pacto celebrado en la víspera en la ciudad de Cartagena tiene, pues, una enorme relevancia histórica, que con fundadas razones alienta la esperanza de los colombianos a poder vivir en  paz, algo casi desconocido por ellos.

Pero no todo es alegría, o al menos no para todos. Referentes de la derecha más “dura”, como el ex presidente Álvaro Uribe, hicieron lo imposible por boicotear el fin de la larga guerra y se convirtieron en agoreros de su fracaso, lo cual no debe resultar extraño, ya que durante sus gobiernos (2002-2010) se puso en marcha el “Plan Colombia”, impulsado por los EE.UU. para derrotar a la guerrilla y al narcotráfico, para el cual se destinaron 10.000  millones de dólares, sin mayores resultados, salvo el de miles de “falsos positivos”, que eran pobres a los que se les ponía uniformes de guerrilleros para ejecutarlos y cobrar la recompensa.

Si bien en el pasado ya hubo otros intentos fallidos de alcanzar la paz, como en 1984, cuando precisamente una parte de las FARC dejaron las armas y se integraron a un partido político, la Unión Patriótica, pero la mayoría fue asesinada por escuadrones de extrema derecha, en esta oportunidad todo indica que Colombia ingresa de lleno a una nueva fase que deja atrás los horrores de la guerra. Y si “Marquetalia” fue su inicio, que Cartagena sea su epílogo.

Ahora, claro está, el presidente Santos y todas las fuerzas políticas, incluidas las FARC, tienen por delante el enorme desafío de consolidar la paz, para lo cual, como muchos sostienen, deberán combatir frontalmente las causas fundamentales que dieron origen y duración al conflicto, es decir, la grosera desigualdad social, la indiferencia histórica de los gobernantes hacia los padecimientos de su pueblo y la corrupción galopante, entre tantas otras.

Commentarios

comentarios

Mira también

Nunca es tarde

Fue en una conversación casual entre amigos, en estos días calurosos de finde. Por supuesto …