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Debatir, concertar y actuar en bloque

Así pues, los convencionales de la ANR y su dirigencia nacional tienen muy pocas palabras de orden a seguir para salir de este cónclave con un partido fortalecido. A nivel interno, Debatir con total libertad y concertar una posición entre todos o por voluntad de la mayoría. Y hacia afuera, a nivel externo, actuar en bloque, respetando la institucionalidad de la organización.

La ANR celebra en la fecha dos convenciones de gran relevancia. Una de ellas tendrá a su cargo la integración del Tribunal Electoral y el de Conducta, sobre lo que ya existe un acuerdo previo entre el oficialismo y la disidencia, por lo que será una cuestión de mero trámite. La otra, en cambio, en algún momento de su desarrollo abordará el tema de la enmienda constitucional para instituir la figura de la reelección, sobre lo que existen marcadas discrepancias entre ambas corrientes, como se evidenciara en el Senado, primero, y en Diputados después. Sin embargo, a juzgar por las declaraciones que vienen formulando referentes de ambos movimientos, es de esperar que los colorados, lejos de brindar el espectáculo bochornoso de sus pares liberales, que dieron riendas sueltas al canibalismo interno, debatan con amplitud y madurez sus discrepancias, frecuentes en toda organización política, y que tras la toma de decisiones actúen en los marcos del respeto a la institucionalidad partidaria, requisito indispensable para encarar con buenas chances los trabajos con miras al 2018.

Las reuniones entre “cartistas” y “disidentes” se intensificaron en los últimos días. Por un lado, las que protagonizaban representantes de dichos movimientos, así como del equipo que encabeza el diputado Oscar Tuma, para buscar consensuar los candidatos a integrar los tribunales, lo que para muchos era una misión casi imposible. Pero lo consiguieron, lo cual no es un hecho menor, pues otorga garantías a todas las partes, tanto para futuros comicios internos como para el tratamiento de casos que pudieran ventilarse en el Tribunal de Conducta.

Mientras, por cuerda separada, se realizaban otros encuentros al más alto nivel, como lo confirmara el senador Juan Carlos Galaverna, quien dijo mantener fluidas conversaciones “con el correligionario, compañero y líder del movimiento Honor Colorado, el señor Cartes”. De su contenido se conoce poco o nada, pero sería de sonsos no presumir que giraron en torno a cómo encarar la discusión sobre la reelección y las vías para su implementación de la manera más armónica posible, con las cuotas de pasión y momentos de tensión que nunca están ausentes  en este tipo de eventos.

Y en ambos casos, el de los tribunales y la manera de encarar la discusión política, los colorados marcaron nuevamente una gran diferencia con la dirigencia del radicalismo auténtico. Entre tanto los primeros acuerdan poner a personas que son de confianza de todas las partes, el presidente del PLRA, Efraín Alegre, copa con su gente dichos organismos. Y mientras los máximos exponentes del oficialismo y la disidencia buscan criterios comunes, el titular liberal desconoce a los líderes de la oposición interna, o peor aún, anda con un garrote persiguiéndolos de manera inmisericorde, a la par de anunciar expulsiones.

Pero como no todo es “color de rosas”, hay que ser claros en un tema que sí es de fondo. Así como a la hora de debatir todos tienen que tener el pleno derecho a exponer sus posiciones y formular sus críticas, por más ásperas que éstas puedan resultar, así también, una vez que se agota el tema y se adopta una decisión, todos deben asumir el compromiso de ponerla en práctica, pues de otra forma las convenciones, e incluso el partido como tal, no tendrían razón de ser.

Así pues, los convencionales de la ANR y su dirigencia nacional tienen muy pocas palabras de orden a seguir para salir de este cónclave con un partido fortalecido. A nivel interno, Debatir con total libertad y concertar una posición entre todos o por voluntad de la mayoría. Y hacia afuera, a nivel externo, actuar en bloque, respetando la institucionalidad de la organización.

Este es el camino correcto para que el coloradismo se encamine hacia nuevos éxitos, a diferencia del que transita hoy el liberalismo, cuya cúpula lo dirige a pasos firmes hacia el despeñadero.

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