Lamentable lo ocurrido en la noche del viernes último en la sede de uno de los poderes del Estado paraguayo, el Parlamento Nacional, por grupos de renegados destructores constituidos por patotas que responden a la disidencia colorada marioabdistas, del oficialismo del PLRA, encabezado por el incalificable Efraín Alegre, sumados a estos los del PDP.
Utilizaron los espacios, propiedad de los dueños de los medios periodísticos contrarios al gobierno de Horacio Cartes, para incitar, desde hace mucho tiempo, a los actos de violencias para frenar el tratamiento de reelección presidencial, por la vía de la enmienda, figura garantizada por la Constitución Nacional en su Artículo 290.
La salvajada del viernes último, lamentables actos de patotas, destruyendo los que encontraban a sus pasos, incluso robaron equipos informáticos, y no contento con sus tropelías, quemaron parte del edificio legislativo. Con seguridad se perdieron valiosos documentos de la República, cuya democracia fue violentada de la forma más vil que haya sucedido en toda la historia del Paraguay.
Los incitadores de los actos de violencia en nada ayudan para el engrandecimiento del país, atrasado por décadas por gobiernos de ladrones y sinvergüenzas. Las pichaduras de los autores de estos actos vandálicos, que el pueblo paraguayo conoce con propiedad, no deben quedar impunes. El pueblo no debe continuar cayendo en sus trampas para que ellos sigan cometiendo barbaridades y poner en riesgo la institucionalidad de nuestro país.
Los responsables de los gravísimos incidentes en las inmediaciones del congreso, que posteriormente se trasladaron dentro del recinto parlamentario, deben recibir ejemplar castigo de las autoridades que administran la justicia en el Paraguay.
Las turbas enardecidas, enemigas de la República, deben ser sancionadas por estos actos vandálicos y patoteriles, de lesa traición a la patria, lo cual puede causar enorme perjuicio a la economía nacional, ante el espectáculo lamentable a la vista de la comunidad internacional. Tanto a los políticos, como Efraín Alegre y Rafael Filizzola, como así también a los empresarios Aldo Zuccolillo y Antonio J. Viercci, lo le importaron un ápice la excelente gestión del actual presidente del Paraguay, y con admirables calificaciones dentro del mundo globalizado, por la admirable transparencia de su gestión. Están tratando de echar todos los esfuerzos para lograr el desarrollo del país.
La democracia y la institucionalidad de la República están de luto en este momento a lo largo y ancho de la geografía nacional por culpa de los incitadores, manejados por un grupete de congresistas y dueños de medios de comunicación, que cometieron los desmedidos actos vandálicos que en este momento lamentablemente están quebrantando la buena marcha de la nación.
Los autores morales, los incitadores de la violencia, no pueden quedar impunes, como aquellos que ya pronosticaban la toma del Congreso Nacional y el Palacio de Gobierno, como en el caso del titular del PLRA, Efraín Alegre, y muchos otros autores morales, deben recibir castigos ejemplares de la justicia a fin de evitar que se repitan estos actos lamentables.