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Desbande parlamentario

Es increíble cómo se suceden los personajes, pero la historia es siempre la misma. Todo es dejado de lado cuando llega el tiempo de hacer proselitismo electoral. Desde que asumen un cargo electivo, senadores y diputados ya piensan en el “rekutu” y hacia allí dirigen todo su accionar. No les entra en la cabeza que puedan estar sólo un periodo en el legislativo. Piensan que deben eternizarse en el cargo. De hecho, la mayoría de ellos lo logra. Están tres, cuatro o cinco periodos legislativos de lo más campantes. Jamás se detuvieron a pensar si estaban haciendo algo bueno por la ciudadanía, por los jóvenes de su patria por ejemplo. Para ellos es un trabajo, si cabe el término,  de lo más bien pagado, agencia de viajes incluida y sitio para satisfacer las veleidades económicas de amantes y parientes.

Lo extraño es que a ninguno se le ocurre que la mejor forma de hacer proselitismo es cumpliendo a cabalidad con las obligaciones para las que fue electo anteriormente. Es decir, si un senador quiere volver a ocupar una banca en la Cámara Alta, qué mejor forma de conseguirlo que mostrando lo buen legislador que es.

Pero, por lo visto, los políticos de los más variados signos y colores que tienen representación parlamentaria actualmente,  tienen muy bajo concepto del electorado nacional, ya que están convencidos de que lo que menos interesa a la ciudadanía a la hora de votar, es hacerlo por quienes mejor cumplieron con sus obligaciones, sino con aquellos que más promesas vacías hicieron y, posiblemente, más plata repartieron.

Lo cierto es que otra vez estamos en período electoralista, el segundo de este mandato (el 2015 estuvo teñido de proselitismo por las municipales) y no hay nada nuevo bajo el sol. Los legisladores que pretenden ser reelectos hacen lo que han hecho sus antecesores siempre, dejar de lado sus obligaciones legislativas para dedicarse de lleno a hacer campaña electoral. Y los otros, los que no quieren o no tienen chance de volver a ocupar una banca, tampoco tienen mucho interés en hacer su trabajo ya que, de todos modos, falta poco para su retiro e, incluso, tendrán una jugosa jubilación.

Ayer, nuevamente, no hubo quórum para la sesión ordinaria del Senado. Y si después de más de 1 hora sí hubo para la extraordinaria no es porque a los legisladores se les pegaron las sábanas, sino simple y llanamente porque tanto el presidente, Fernando Lugo, como los secretarios realizaron un intenso lobby hasta que lograron juntar justamente a los 23 que se necesitaban para tener la asistencia requerida, porque así convenía a sus intereses.

Hasta se podría entender que en la Cámara de Diputados ocurra este ausentismo masivo ante los poco más de 2 meses que faltan para las internas partidarias simultáneas. Finalmente es la cámara regional y los legisladores que pretenden el “rekutu” deben conseguir votos en sus respectivas localidades del interior, así que es lógico que la campaña proselitista la hagan en esos sitios.

Pero los senadores que forman parte de una lista nacional lo que tienen que hacer es convencer a los líderes de sus movimientos que los ubiquen en lugares “entrables”. Sea como fuere, no tienen ninguna necesidad de abandonar sus obligaciones legislativas a causa del proselitismo. Pero lo hacen, porque consideran que no son los mejores los que consiguen votos, sino los más “vivos”.

Y, lamentablemente, hasta ahora, la historia les ha dado la razón.

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