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Desorbitada, Desirée

Cada vez resulta más obvio que la mayoría –no todos, gracias a Dios-de quienes llegan a ocupar un cargo público no basan su actuación en el bien común, sino en sus apetencias personales. Y nos referimos a ciudadanos de cualquier color, porque eso es algo que aprendimos durante el gobierno de la oposición que no duró más que 5 años pero que nos demostró que el prebendarismo y los negociados no son cualidad exclusiva de un solo partido.

En el Parlamento, este manoseo a los intereses ciudadanos se siente con más fuerza que en otros lugares, quizá porque allí están representados todos los sectores y casi ninguno destaca con alguna diferencia que lo coloque por encima del resto.

Allí tenemos por ejemplo a Desirée Masi, con un pasado de lucha y compromiso social contra el stronismo, difíciles de ignorar, y que fueron posiblemente los atributos que permitieron su elección como diputada en el período anterior y como senadora en el actual. Nadie hubiera podido dudar hasta no hace mucho que sus decisiones y elecciones estaban inspiradas por las necesidades ciudadanas.

Pero todo cambió en el momento en el que su marido fue imputado por un negociado con la compra de helicópteros para la Policía, cuando era ministro del Interior de Fernando Lugo. Desde ese momento apareció otra Desirée, calculadora, interesada y enojada con el mundo, dispuesta a transar con quien fuere con tal de que Rafael Filizzola no termine con sus huesos en la cárcel, en donde posiblemente ya hubiera estado, si no fuera por las interminables chicanas a las que está recurriendo su defensa.

Parece que la senadora Masi está convencida de que HC está detrás de la imputación a su marido. Así que todo su odio va dirigido al oficialismo, intentando bloquear cualquier iniciativa que provenga del Ejecutivo, sin importar un comino que su aplicación pudiera beneficiar a muchísima gente.

A Desirée ya no le interesa nada; por lo menos ya no como cuando era directora del Hospital de Clínicas y bregaba por dar una buena atención a los miles de pobres que tenían a ese nosocomio como única esperanza de vida.

Lo único que ahora le interesa a Desirée es que Rafael no termine en la cárcel. Y para eso utiliza todo lo que tiene a mano, desde sus influencias como senadora hasta su muro en las redes sociales, en donde pretende engañar a sus seguidores mostrándose como la mujeraza que se enfrentaba al poder buscando el bienestar de la mayoría. Todo eso quedó muy atrás.

Nunca sabremos qué clase de legisladora hubiera sido Desirée si su marido no se hubiera metido en los turbios negociados de los que se le acusa, en su época de ministro.

Una sombra enfurruñada y resentida, es lo que queda de esa legisladora que hoy ocupa una banca en el Senado y negocia con el stronismo, ¡increíble!, ese al que ella misma denunciaba hasta no hace mucho, ese que los persiguió, a ella y sus colegas de Clínicas, durante la dictadura. Que los torturó e hizo “desaparecer” a muchos de sus amigos, que hoy se revolcarán en sus tumbas al verla obrando en la misma dirección que los resabios del tirano, representados por el inefable “Marito”.

En realidad, hace unos años que Masi empezó a dar muestras de incoherencia, específicamente cuando participó del sepelio de Lino Oviedo y se mostró como uno de sus dolidos deudos, cuando poco antes lo denunciaba por golpista, entre otros delitos.

Totalmente desorbitada Desirée Masi. Haciendo daño al país, desde su océano de resentimiento e impotencia. Posiblemente cuando su marido vaya preso, que es hacia donde se dirige derechito, sugiera prenderle fuego al Parlamento…

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