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Ni Robert Acevedo ni quienes lo eligieron como presidente del Senado parecen sentirse mínimamente afectados ante la posibilidad de que asuma como titular de la cámara y del Legislativo alguien que puede ser investigado por la Fiscalía por sus vínculos con el narcotráfico, el asesinato del narco, Jorge Rafaat Toumani, y un esquema de lavado de dinero. Todos actúan como si no hubiera pasado nada.
ASUNCIÓN.- Es lógico pensar que los senadores de la disidencia y la izquierda sabían que Acevedo tenía antecedentes que lo ligaban con la mafia del narcotráfico. Hay gente que, incluso, lo considera uno de los patrones del cartel de Amambay, así que, desde el vamos, estaban en conocimiento de que quien habían elegido para evitar que el oficialismo se apodere de la cámara y el Congreso, no era una blanca paloma.
Pero no les interesó. Lo único que les interesaba era impedir que Horacio Cartes pudiera tener mayoría en el Senado, y para ello estaban dispuestos a ofrecer el cargo hasta al mismo diablo. Así que ahora, que de nuevo surgen sospechas sobre su vinculación con el narcotráfico, el asesinato de Rafaat y un esquema de lavado de dinero, ninguno de ellos parece preocupado en lo más mínimo ante la posibilidad de que pudiera asumir como nuevo presidente del Senado un sujeto que podría resultar investigado e imputado por la Fiscalía.
Como estas nuevas denuncias en contra de Acevedo surgieron a partir de su elección como presidente del Senado, la semana pasada, parecería natural que quienes lo ungieron en el cargo le pidieran que diera un paso al costado, en salvaguarda del tan vapuleado nombre del Congreso, intentando salvar lo poco que queda en cuanto a credibilidad y honorabilidad. Más lógico todavía hubiera sido que él mismo hablara con estas bancadas y les dijera que por una cuestión de decoro debía apartarse.
Pero estas opciones se dan en países que cuentan con legislativos serios y comprometidos con la gente. Aquí no. En este país, el Congreso es una joda y un recurso que utilizan los badulaques para evadir a la Justicia.
Por lo tanto, a ningún senador, ni siquiera a los que tienen una trayectoria más o menos creíble, le importa que su presidente sea sospechoso de un delito. Peor aún, mientras aplauden a Acevedo se llenan la boca hablando de su firme decisión de luchar contra el narcotráfico. Y piensan que no nos damos cuenta de la incoherencia de todo esto.
¿Se apartaría?
Fuentes del Senado dicen que son varios los sectores que presionan intensamente a Roberto Acevedo para que se aparte de la Presidencia del Senado, por lo menos hasta que se aclaren las cuestiones por las cuales de nuevo es sospechoso de tener vínculos con el narcotráfico.
Los disidentes y sus aliados, por otro lado, le presionan para que resista todo el vendaval, no porque lo consideren apto para el cargo sino porque temen que si da un paso al costado, pueda volver a la bancada liberal y apoyar a un candidato oficialista para la Presidencia.
Esta última presión es la más complicada, según nuestras fuentes. Resulta que –al parecer- Acevedo está harto de tanta atención negativa. Había pensado que ser presidente del Senado le abriría una cantidad de puertas en los medios, para lucir su estampa y dar grandes discursos, pero las cosas no le salieron así. Desde que fue electo la prensa lo acosa, pero para preguntarle si mandó matar al narco Jorge Rafaat o si cuánto dinero ganó con el lavado de dinero. Así que ahora añora volver a ser uno más de los 45 senadores, intentando pasar lo más desapercibido posible.
Pero los disidentes y sus aliados no quieren saber nada de esto. No confían en quien ellos mismos eligieron como presidente. Hay gente que dice que el 31 a la tarde le obligarán a renunciar, de manera que desde el 1 de julio –fecha límite para que asuma el nuevo presidente- continuará en el cargo Mario Abdo Benítez. Habrá que ver si algo de esto se concreta en los próximos días.
