El presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
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Donald Trump declaró la “guerra” a los medios de comunicación

El nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, acusó a los medios de comunicación de mentir sobre las cifras de asistencia a su investidura y se declaró en “guerra” contra los periodistas, de quienes dijo que “están entre los seres humanos más deshonestos de la tierra”.

WASHINGTON.- La ofensiva de Trump y su portavoz Sean Spicer contra la prensa tuvo lugar el mismo día en que decenas de miles de personas se manifestaron contra él en las calles de Washington, una multitud que llenó el centro de la capital y que contrastó con la asistencia el día anterior.

“Estoy con vosotros en un 1.000%. El motivo por el que sois mi primera visita es que estoy embarcado en una guerra con los medios. Están entre los seres humanos más deshonestos de la tierra”, manifestó Trump en la sede la CIA, que alternó el tono jocoso con el combativo. Entre el público se oían risas.

El presidente acusó también a la prensa de mentir sobre la modesta cifra de asistencia a la jornada inaugural. Dijo equivocadamente que la multitud llegaba al monumento a Washington, situado el medio del National Mall, la avenida donde se celebró la ceremonia. Y criticó, citando por su nombre, a un periodista de la revista Time que por error había afirmado que Trump retiró un busto de Martin Luther King del Despacho Oval.

Unos minutos después, en una comparecencia sin preguntas, el portavoz de la Casa Blanca, Spicer, mantuvo la ofensiva. Con argumentos falaces, como asegurar que jamás tanta gente había asistido a una ceremonia inaugural, denunció que “algunos miembros” de los medios de comunicación dieron “noticias falsas” durante la toma de posesión de Trump.

La actitud —exigiendo explicaciones a los periodistas cuyo trabajo consiste precisamente en pedírselas a él— y el tono de voz, tenso e irritado, son poco habituales en un portavoz de la Casa Blanca, y menos en su primer encuentro con los periodistas con los que él y el presidente lidiarán en los próximos cuatro años. El miércoles, en la misma sala de prensa, Barack Obama se despidió con una defensa encendida de la libertad de prensa y del derecho de los periodistas a pedir cuentas al poder.

La visita de Trump a la CIA no era un mitin en Iowa o Pensilvania, ni una tertulia de una radio conservadora, aunque por el tono lo pareciese. Era su primera jornada completa como presidente de la primera potencia mundial, pero parecía que la campaña electoral no hubiese terminado: las mismas palabras, los mismos ataques.

Por si el discurso apocalíptico y virulento, en el marco solemne de la inauguración presidencial, había dejado dudas, en la sede de la CIA en Langley (Virginia) quedó del todo claro que el Trump presidente es igual que el Trump candidato. No quiere ser un político al uso —ganó las elecciones precisamente con la promesa de acabar con usos políticos tradicionales— ni respetar las normas no escritas que han reglamentado el comportamiento de los líderes de este país desde hace siglos. Los ataques a los medios de comunicación, identificados por él y muchos conservadores con las élites progresistas, son un recurso constante y eficaz en sus discursos.

EL REGAÑO DEL SECRETARIO DE PRENSA A PERIODISTAS

“Eso es de lo que deberían estar escribiendo y cubriendo”, fue el regaño del nuevo secretario de prensa de la Casa Blanca, Sean Spicer, en una molesta declaración que significó sus primeros comentarios desde el estrado de la sala de prensa.

Se refería al retraso en la confirmación por parte del Senado del nominado por el presidente Donald Trump para la CIA, el congresista Mike Pompeo, pero el comentario llegó después de una larga digresión sobre cuánta gente había visto la ceremonia de investidura de Trump.

“La ceremonia del viernes tuvo la mayor audiencia para una toma de posición de la historia”, punto Spicer, contradiciendo toda la información disponible.

Además expresó objeciones respecto a tuits específicos de periodistas hechos el viernes.

Y dijo “vamos a hacer que la prensa rinda cuentas”, en parte pasando por encima de los principales grupos de noticias y acercándose directamente al público a través de las redes sociales.

Spicer, por momentos casi a gritos mientras leía una declaración preparada, no aceptó preguntas. Algunos de los más veteranos corresponsales en la Casa Blanca estaban aturdidos por la diatriba.

Ari Fleischer, quien tuvo el mismo puesto que Spicer durante el gobierno de George W. Bush, tuiteó: “Esto se conoce como una declaración que el presidente te ordena. Y tú sabes que el presidente está observando”.

Y Brian Fallon, quien estaba en línea para convertirse en secretario de prensa en caso de ganar Hillary Clinton, escribió: “Sean Spicer carece de las agallas y la integridad para rechazar órdenes de salir y mentir. Él es un fracaso en este trabajo en su primer día completo”.

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