Rodolfo Friedmann y Mirtha Gusinky, ciudadanos que usurparon funciones en el Senado.
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Dos truchos: El gran pecado de la cámara

Es muy difícil respetar la indignación de los senadores, que sienten que la imagen de la cámara fue violentada por la actitud de uno de ellos, cuando que la mayoría permitió que la primera víctima fuera el Estado de Derecho, al ignorar a la Constitución, las leyes y la voluntad popular, permitiendo que en su seno permanezcan 2 personas, Rodolfo Friedmann y Mirta Gusinky, que no tienen derecho a estar allí.

ASUNCIÓN.- Todos los senadores se sienten agredidos por Paraguayo Cubas, quien los agrede, les señala como corruptos y amenaza con volver a quemar el Congreso, con el presidente, Silvio Ovelar, adentro. Hasta Desirée Masi, quien al comienzo aplaudía con los pies todos los escándalos de “Payo” y fue la que peleó para que el esteño forme parte de las comisiones más importantes, como Hacienda y Constitucionales, el jueves se indignó al ser tratada como “corruptita”.

Pero resulta que, la mayoría de ellos, solamente está viviendo consecuencias de sus actos irracionales e ilegales, al permitir, con abierto apoyo o indiferencia, que ocurra algo que jamás se ha visto, que fueran convocadas a jurar como integrantes de la cámara, 2 personas que no fueron electas ni proclamadas como tales.

Fueron los senadores los que no solamente permitieron el juramento de Rodolfo Friedmann y Mirta Gusinky, sino que desde hace 3 meses conviven con los usurpadores, discuten con ellos y permiten que intervengan en cuestiones propias del Senado y en el proceso de formación y sanción de leyes.

Esto no tiene antecedentes, ni aquí ni en ningún lugar del mundo. Los 2 truchos son un recordatorio permanente, para todo el mundo, de que la institucionalidad fue violentada en el Senado, y lo seguirá siendo mientras se permita su permanencia en la cámara. Lo más increíble es que ninguno de los integrantes de la cámara plantea siquiera la posibilidad, bastante cierta, de que las decisiones que adopte el pleno mientras dure la presencia de los usurpadores, pueda ser atacada por inconstitucionalidad, en cualquier momento y por cualquier persona.

Con este lamentable antecedente, que sigue tan vigente como hace 3 meses, resulta hasta ridículo que Desirée y compañía reaccionen indignados por la agresión de uno de sus colegas. Con el poco amor propio que demostraron como cámara, y el nulo respeto a la institucionalidad, no solamente uno de los suyos, sino cualquiera puede decirles lo que quieren, porque no merecen ningún tipo de consideración. El sinvergüenza y el cómplice del sinvergüenza, tienen que bancarse las groserías.

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