WASHINGTON.- El bombardeo estadounidense de la base aérea de Shayrat, en Siria, y luego el movimiento de buques de guerra rusos en respuesta, parece haber desnudado un escalada naval entre Washington y Moscú.
La tensión aumentó el jueves cuando los destructores misilísticos USS Ross y Porter, miembros de la 6ta Flota de los Estados Unidos con sede en Nápoles y base en Rota, España, lanzaron 59 misiles Tomahawk contra una posición del gobierno del dictador Bashar al Assad, con el apoyo del presidente ruso, Vladimir Putin.
Dicha incursión se dio en represalia por los ataques con armas químicas que al Assad lanzó hace poco contra su población, en el marco de la guerra civil siria.
Casi inmediatamente, Moscú envió a una de las fragatas más modernas de su flota del Mar Negro, la Almirante Grigorovich, hacia su base en el puerto sirio de Tartus.
También, Estados Unidos, una terrible bomba, el artefacto explosivo más poderoso, sin contar a las armas nucleares, sobre una red de túneles del ISIS en Afganistán.
Desde Tartus tanto el portaaviones Almirante Kusnetzov y el acorazado Pyotr Velikiy, verdaderos leviatanes de la marina rusa, han operado contra el ISIS y los rebeldes sirios opuestos a al Assad