Efraín Alegre.
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Efraín impone la obediencia debida

ASUNCIÓN.– El directorio del PLRA no consultó a todos los sectores internos si están o no de acuerdo con la designación de Sandra Quiñónez como fiscala general del Estado, a pesar de lo cual se asumió una posición institucional impuesta por Efraín Alegre. Los demás bajaron la cabeza, por temor al voto castigo.

Esta etapa electoralista está haciendo estragos en la institucionalidad del país. Lamentablemente, el período del actual fiscal general del Estado, Javier Díaz Verón, terminó justamente en un momento en el que todos los sectores políticos están inmersos en una campaña cuyo único objetivo es ganar las internas de diciembre.

Como no podía ser de otra manera puesto que así se manejaron desde el inicio de este mandato presidencial, disidentes colorados y opositores están convencidos de que la mejor manera de ganar votos es con el combate frontal al gobierno y a todo lo que decida Horacio Cartes, sin importar que sea beneficioso o no para la ciudadanía.

El caso del mandato vencido del fiscal y la designación de Quiñónez como su sucesora es la prueba más palpable del daño terrible que el excesivo electoralismo puede hacer a una nación. Después de estar más de un año con un quiebre interno, los sectores del PLRA se unieron en una postura común, rechazar a la fiscala, aunque cada uno lo hace por diferentes motivos pero con un solo objetivo, mostrar a su electorado que no tiene nada en común con el gobierno de Cartes.

El oficialismo de Alegre decidió rechazar a Quiñónez porque sí, porque la propuso Cartes y porque es colorada, lo cual demuestra una discriminación vergonzosa y que debería ser repudiada por el sector pensante de la sociedad. Exigiendo obediencia debida, el presidenciable liberal decidió que de manera institucional el partido la rechace, sin siquiera consultarlo a los demás movimientos.

Pero, a diferencia de otras situaciones, el Equipo Joven de Blas Llano agachó la cabeza y aceptó la imposición, con la idea de que si no se desmarca del gobierno, podrá tener voto castigo en las internas, puesto que el electorado liberal quiere que el partido vuelva a recuperar su perfil opositor, algo que perdió, no por culpa de Cartes ni de ningún colorado, sino por la incapacidad absoluta de sus líderes de mostrarse como una opción creíble y válida para la gente.

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