Inicio / La visión de ADN / El cambio siguió su curso

El cambio siguió su curso

Se cumplieron ayer cuatro años de que, a través de un juicio político, el Parlamento echara a Fernando Lugo de la Presidencia de la República, por mal ejercicio en sus funciones y por considerarlo el autor moral de la matanza ocurrida en Curuguaty, donde fallecieron campesinos y policías.

La campaña orquestada después de la condena de Lugo por la izquierda local y latinoamericana fue tan intensa que llama la atención que no hubiera tenido resultados más graves para el país. Recordemos que a consecuencia de eso, Paraguay fue suspendido de un Mercosur que muestra una extraña complacencia con otros países como Venezuela, en donde los derechos humanos de sus ciudadanos son violentados diariamente. Pero no; el único castigado fue nuestro país, que recién pudo volver como socio pleno con la asunción de Horacio Cartes a la Presidencia de la República.

Decían entonces que los cambios iniciados con Lugo desaparecerían, que el retroceso llegaría de manera inmisericorde sobre un país que ya había sufrido demasiado durante largas décadas. Decían que el gran logro de la gratuidad de la salud pública se convertiría en apenas un recuerdo y que los pobres volverían a ser marginados y olvidados por quienes ocuparan luego el Palacio de López.

Nada de esto pasó. El proceso de cambio –que se había iniciado luego del golpe de Estado y no con Lugo- siguió su camino con los mismos inconvenientes de siempre; la salud pública ha ido mejorando y aunque aún hay muchas falencias, nada se ha detenido ni retrocedido. Y realmente no ha pasado nada de lo que decían los agoreros a tal punto que ni siquiera ellos ayer recordaron lo que entonces llamaban “golpe parlamentario”.

Alguna vez se dijo que Paraguay es la tumba de las ideologías, y podríamos agregar, de las posturas políticas, ya que aquí es común ver a nuestros representes cómo se van ubicando en diferentes carpas de acuerdo a su conveniencia circunstancial.

Allí está Fernando Lugo, expulsado de la Presidencia de la República por un acuerdo entre colorados, liberales y representantes del Partido Democrático Progresista, aliado ahora a quienes no hace mucho consideraba sus verdugos. Debe ser por eso que ayer, ningún representante del Frente Guasu quiso reabrir viejas heridas, lo que podría haber tenido consecuencias funestas para esta unidad coyuntural entre la derecha y la izquierda en torno a intereses sectoriales que poco tienen que ver con los intereses nacionales.

Lo cierto es que el mundo no se terminó con la ida de Lugo. Al contrario, las cosas siguieron su curso normal, con los mismos inconvenientes de siempre pero con el empeño puesto por el gobierno de Cartes para disminuir la terrible desigualdad que existe en la población. Definitivamente, Fernando Lugo no era el Chapulín Colorado.

Commentarios

comentarios

Mira también

Nunca es tarde

Fue en una conversación casual entre amigos, en estos días calurosos de finde. Por supuesto …