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El caso Petta

Un convencional colorado acaba de pedir al Tribunal de Conducta partidario que expulse de las filas de la ANR al senador Eduardo Petta y lo acusa de traidor. No va a ser su primera expulsión pues ya recibió ese castigo luego de haber conseguido una banca en la Cámara Alta a través del Encuentro Nacional.

Realmente su actuación fue lamentable en todo este tiempo y deja a las claras que lo único que le interesa es conseguir un cargo pagado por el Estado. En el 2012 decidió dejar la ANR porque allí ningún movimiento lo incluyó en alguna lista para el Parlamento. Así que se acercó al PEN y consiguió lo que realmente quería, una banca en el Senado.

Luego de coquetear con la oposición y la disidencia colorada durante 4 años, se dio cuenta de que en el PEN ya no tendría lugar para conseguir la reelección, así que aumentó su cercanía con el equipo añetete y cuando allí le prometieron que sería el precandidato a gobernador de Central descubrió que su verdadero espíritu era colorado y decidió volver al partido “de sus amores”.

En el transcurso de pocas semanas se lo incluyó de nuevo en el padrón colorado, se lo expulsó y se lo volvió a incluir. Así que pudo ser precandidato por la disidencia para Central, pero cuando perdió las internas todo ese entusiasmo republicano pareció esfumarse de nuevo.

Fue el único añetete que ni siquiera fingió que estaba dispuesto a unirse a Honor Colorado durante la campaña electoral (ahora sabemos que varios otros añetete, en realidad, lo que hicieron fue fingir). Y no tenía por qué hacerlo. Era el único que se había quedado sin candidatura por la cual competir, así que le daba igual que el ganador de la Presidencia fuera Marito o Efraín, con quien se lleva muy bien.

De hecho, jamás rompió los vínculos con la oposición y una vez fracasado su intento de llegar a la gobernación, sus lealtades se vieron seriamente divididas. Por eso no es de extrañar que en las últimas semanas haya sido el promotor de la violación del acuerdo de unidad con HC y negocie con sus compañeros de bancada para evitar que haya quórum para aceptar la renuncia de Cartes. Porque Petta, en realidad, parece ser una especie de caballo de Troya o quintacolumna metido en las filas del Partido Colorado, pero al servicio de la oposición.

Porque Eduardo Petta jamás fue colorado por convencimiento, sino por interés. Así como fue encuentrista y seguramente no tendrá ningún problema en ser liberal si el cargo que le ofrecen le resulta lo suficientemente apetitoso. En realidad, Petta no tiene ningún partido de verdad; es solo un oportunista y camandulero que siempre estará dispuesto a pactar con quien fuere si eso le permite sacar alguna ventaja.

Así que, cuando el convencional colorado Marcial Valdez solicitó la expulsión de Petta del padrón colorado “porque actúa como un opositor”, no se equivocó. Al Partido Colorado le resultaría muy provechoso liberarse de este personaje, porque de lo contrario siempre tendría que cuidarse las espaldas teniendo al traidor en sus filas. Menos mal que, por lo menos durante 5 años, no tendremos que soportarlo en los medios ni en las redes.

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