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El compromiso ecológico debe ser permanente

Por: Telmo T. Ibáñez Jara (telmoijara@gmail.com)
Por: Telmo T. Ibáñez Jara ([email protected])

Ni tan siquiera pasaron 2 meses del día Mundial del Ambiente y si no fuera por los jakarés y otros animales del bañado del río Pilcomayo, desviado hace casi un siglo hacia territorio argentino, nadie más recordará la gran importancia del equilibrio ecológico. Ya llegará el fenómeno de La Niña y de nuevo lamentaremos nuestra falta de conciencia.

Los problemas ambientales no son nuevos en nuestro país y requieren la imperiosa atención y acción de todos, dentro de una política nacional de desarrollo sustentable. De nada servirá el compromiso del Gobierno Nacional con el ambiente, con su plan 2030, si los demás sectores y entidades departamentales como distritales y locales no toman en serio el tema.

Con las últimas denuncias, intervenciones fiscales y sanciones ejemplares de la Secretaría Ambiental (SEAM), ha generado más de mil millones de guaraníes en concepto de multas. Estos castigos a quienes cometen delitos ambientales no constituyen la solución definitiva ni tan siquiera las más importantes. En nuestro país, cada vez con más inversiones en el sector agropecuario, se vuelve fundamental el desarrollo sustentable.

Es momento en que las instituciones locales, departamentales y regionales coordinen accionen con el gobierno nacional, para facilitar la participación de actores y sectores, como sistemas locales de decisión, a fin de llevar adelante los planteos estratégicos de protección, recuperación, conservación, preservación y manejo de los recursos naturales y el ambiente.

No se necesitan tantos manuales ni nuevas investigaciones si el objetivo seguirá siendo el de siempre, satisfacer las necesidades de la población presente y de las generaciones futuras sin dañar el ecosistema, en fin garantizando la calidad de vida sin perjudicar al medio ambiente.
Si el esfuerzo del Gobierno central se llegare a implementar a nivel nacional no habrá tantos problemas ambientales, ya sea por el mal manejo de los residuos desde los domiciliarios como patológicos, la renovación permanente del parque automotor, empezando por los ministerios, gobernaciones y municipios, el uso del biodiesel, ni hablar de la deforestación, la contaminación de los cursos hídricos y los daños irreparables de las prácticas mineras.

Se debe insistir en la planificación descentralizando las responsabilidades como las fiscalizaciones, es una vergüenza la total desidia de los gobiernos departamentales como distritales desde los municipios ante tremendos daños ecológicos que se repiten a lo largo y ancho de nuestro país.

Golpea la vista pero parece común en el interior del país e incluso en la capital, desagües cloacales a cielo abierto, basuras domiciliarias mezcladas con las patológicas, quemas de los desperdicios hasta en los vertederos o rellenos sanitarios, conexiones cloacales con efluentes vertidos en forma directa a los cursos de agua, hectáreas y hectáreas de recursos forestales devastados, así como las explosiones en las serranías que guardan en su interior reliquias milenarias como las cavernas de Vallemí.

A éste ritmo terminaremos esta década con ríos y arroyos totalmente contaminados, con una fauna ictícola desaparecida, los bosques desplomados y despoblados, a su vez los fenómenos naturales como El Niño que nos acaba de abandonar, como el que se presagia para los próximos meses, La Niña, nos golpearán cada vez con mayor fuerza.

 

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