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El dilema opositor

Con o sin reelección está bastante complicado el panorama de la oposición en el 2018 y, salvo que ocurra alguna catástrofe en el Partido Colorado, todo parece indicar que seguirá en la llanura, sin importar quienes sean los candidatos.

Allí está Efraín Alegre, el primero en postularse como cabeza de una concertación opositora. Ya perdió en el 2013 y, desde entonces, su objetivo solamente fue volver a repetir la historia, pero con un resultado diferente. Por eso se opone tajantemente a la reelección presidencial porque, de permitirse, sabe que no tiene chance ante Fernando Lugo, ni posibilidad de ganar a Horacio Cartes en el difícil caso de que pudiera llegar a abril del 2018.

Pero ni siquiera si se sale con la suya y no se permite la reelección, tendrá chance de encabezar ninguna alianza para enfrentar al Partido Colorado, porque a la vuelta de la esquina está Mario Ferreiro, quien tiene una carrocería 100 veces mayor que Efraín. En el supuesto caso de concertar una chapa entre ambos, será con el intendente de Asunción a la cabeza.

El caso de Lugo también está muy complicado. Antes que nada, depende de que salga la reelección vía enmienda para volver a postularse. Aunque él insiste en que la Corte lo habilitará, expertos juristas dicen que no existe la menor posibilidad de que esto ocurra. Pero aún en el supuesto caso de que se apruebe la enmienda, las cosas ya no son como en el 2007 y los luguistas deben saberlo.

La oposición está muy dividida y no tendrá el apoyo ni del oficialismo liberal ni del sector de Ferreiro. Esto mismo ocurre con el intendente, que puede ganarle a Alegre en unas internas, pero no al candidato colorado porque no contará con el apoyo del Frente Guasu.

Lo que ocurre es que la oposición paraguaya no aprendió las grandes lecciones que recibió durante estos 28 años de proceso democrático. Cada vez se divide más, cuando que está comprobado que, si logra unirse, consigue resultados positivos. Pero eso es muy difícil, ya que todos los sectores tienen interés en conseguir el pedazo más grande de la torta, por lo que se pelean entre ellos y olvidan al verdadero enemigo.

Esto es lo que diferencia a los colorados del resto de la población. Pueden tener cruentas luchas internas, pero a la hora de competir en unas elecciones generales, se unen todos en torno a un solo candidato. Eso es lo que se llama vocación de poder, según los entendidos.

Ni Alegre ni Lugo está dispuesto a ceder el primer puesto. Quizá Ferreiro lo acepte ya que le queda pila para rato, pero nadie más. Así como se vislumbra el panorama, a poco más de un año de las elecciones, lo más probable es que a la oposición le queden otros 5 años de llanura, salvo que en la ANR ocurra un auténtico cataclismo, algo que no se ve venir por el momento.

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