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El gran farsante

La crisis de los partidos políticos no es exclusiva de nuestro país, es un fenómeno que ya lleva cierto tiempo no solamente en América Latina, también en la vieja Europa y en general si observamos bien, en todo el mundo. Las grandes agrupaciones, aquellas que dominaban la escena política en décadas pasadas, están languideciendo cada vez más  rápidamente y ya que arrastran consigo el estigma de haber perpetrado malos gobiernos, con líderes corruptos, que por poco le pusieron rueditas al país para llevárselo.

Ejemplos vergonzosos al respecto hay montones.

Penoso lo que ocurrió también con las izquierdas que sobrevinieron luego de las derechas.  Líderes carismáticos, allí está el caso de “Lula”, surgido del pueblo, con una extraordinaria capacidad de comunicación, fracasaron estrepitosamente y hoy miran pasar la vida desde la cárcel.

En realidad, ya que hablamos de “Lula”, debemos decir que el brasileño tiene un gran atenuante. Su era terminó mal (no estamos seguros si no fue una conspiración), pero empezó bien y se desarrolló ídem. Hizo una gestión espectacular para la gente más pobre de su país, con aquel campanazo de “fome cero” (Hambre cero) que hizo que la gente nunca lo olvidara.

En un tercer escalón llegaron entonces los llamados “outsiders” (gente de fuera de los partidos) que más o menos hicieron lo suyo, algunos siguen en la lucha, como el francés Macrón a quienes tienen  atormentado los “Chalecos Amarillos”.

Pero hay uno que se lleva las palmas por su ineptitud, cinismo, haraganería, doble moral, lo que se dice un bueno para nada, que es paraguayo, como no podía ser de otra manera, que se llama Fernando Lugo y que fue –lo sigue siendo- el más grande fiasco en la historia política paraguaya. Entró por la ventana y salió por la ventana del Palacio de Gobierno, luego de haber defraudado la confianza de todo el país.

Él y los restos de su grupúsculo, el Frente Guasu, de cuando en cuando saltan a la palestra con pronunciamientos disparatados (no les queda otra cosa) o con descabellados proyectos de ley que más parecen una “vendetta política” que instrumentos legales para el desarrollo social.

Ahora están haciendo el ridículo todos los días apoyando al genocida Nicolás Maduro, que está matando y hambreando a su propio pueblo. Van a contramano de la historia y se empeñan insensatamente en ello. Hace un par de días, uno de sus “atildados” senadores, Sixto Pereira, hizo un papelón ante una pregunta del periodista Benjamín Livieres, de la 9.70, quien le dijo si lo de Maduro era una dictadura o una democracia. Titubeó, jadeó y finalmente…rehuyendo el debate…salió disparado. Vaya representante del pueblo.

La ciudadanía que quiere el bien del pueblo debe anotar estos hechos y no votarlos nunca más; por la extraña generosidad del paraguayo, siguen en el Parlamento. Jamás aportaron nada y están ahí prendidos a la teta del Estado. Hay que borrarlos del mapa de una buena vez, tuvieron su oportunidad e hicieron un gobierno payasesco. ¡Basta ya! de Lugo y su camarilla de fracasados, engendros de la democracia.

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