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El libreto de ABC

A estas alturas el lector pensará que tenemos una obsesión con el tema, pero no es así. Lo reafirmaremos una vez más: En todos los enredos políticos desde el advenimiento de la democracia estuvo siempre la mano, negra, del director de ABC, Aldo Zuccolillo Moscarda.

Por supuesto, también ahora.

¿Quién sino ABC le dio el marco adecuado, mentiroso por supuesto, a la crisis Añetete, para la aceptación de la renuncia de HC?

Resultó increíble, aunque no tanto en el caso de Wiens, pero sí en el de Blanca Ovelar, que se esgrimiera tranquilamente el mismo argumento que agitaba ABC para denostar en todos los tonos contra el tema: La supuesta vinculación de ABC con Darío Messer, como si ser amigo de alguien fuera un delito, como quedó dicho un millón de veces.  ¿Por qué Zucco no se ruboriza entonces de su amistad con Nicolás Leoz?, donde incluso hay más elementos para sospechar complicidad nada menos que en el ilícito del siglo como es el FifaGate.

Pero no. Todos los días agitó el caso Messer, buscando por todos los medios hallar una vinculación perseguible con el jefe de Estado. No la encontró, ni la va a encontrar, pero igual, su campaña sirvió para que dos idiotas útiles hablaran por boca de ganso para justificar lo injustificable. En realidad, a lo mejor el tema estaba decidido en otro lado y el asunto les vino como anillo al dedo, si miramos el tema con más suspicacia.

“Acero” camina por la cornisa como siempre. Atiza todos los días a los abdistas contra los cartistas y viceversa. Juega  su partido. Lo que no ven los demás jugadores de ese ajedrez perverso es que está en juego nada menos que la gobernabilidad del país en el futuro. Porque aunque Marito se tire en los brazos de Efraín, los luguistas y toda la demás ralea,  Honor Colorado seguirá jugando un papel preponderante siempre, será muy  difícil destruirlo, con un liderazgo tan fuerte y carismático que despierta adhesiones personales casi incondicionales.

El patrón de ABC, juega además sin duda, con la idea, de vivir lo suficiente para observar la destrucción completa del Partido Colorado. Ese es otro de sus objetivos en este final de su existencia y hacia lo que apunta permanentemente su diario.

De modo que en la actual crisis algunos se sentirán  satisfechos por haberlo utilizado. No lo sabemos, hay tantas ambigüedades en esta crisis. Pero deberán saber tirios y troyanos que Zuccolillo hace su juego y más tarde o más temprano pasa la factura.

Lo único destacable en todo este embrollo, desde nuestro punto de vista, ha sido la serena postura del jefe de Estado. No se alarmó en lo más mínimo según quienes lo visitaron luego de la fallida sesión del Senado.

Y lo confirmó luego el mismo en un tuit, donde sostuvo que solamente jurará si el Partido Colorado vota unido. Una postura sincera en un proceloso mar de tiburones de la política.

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