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El Niño viene con tormentas

Papá Noel en lugar del niño Jesús, shoppings repletos frente a templos vacíos y una Iglesia Universal que muestra claros síntomas de confusión y deterioro, configuran el contexto en cual el catolicismo celebrará este nuevo aniversario de un hecho decisivo para la historia de la humanidad, cual es, el nacimiento de Cristo.

Expresión inequívoca de que las cosas no están nada bien en esta institución milenaria ha sido la carta divulgada por un grupo de cardenales, acusando al Papa Francisco de provocar desorientación en asuntos clave para la doctrina católica, como el referido al sacramento del matrimonio. Los purpurados criticaron al pontífice por el contenido de su exhortación apostólica denominada “Amoris Laetitia” (la alegría del amor), documento en el cual “flexibiliza” una serie de aspectos concernientes a la familia.

La misiva, que causó un fenomenal revuelo en el Vaticano y dejó en evidencia las grietas existentes en la Iglesia, comprendía cinco preguntas que requerían un “sí” o “no” como respuesta del Papa para aclarar lo que sus redactores consideran dudas e impresiones que afectan directamente, según ellos, “la integridad de la fe”.

La más importante de ellas cuestiona si, contra lo que habían establecido otros Papas, “ahora es posible absolver” o “dar la santa comunión a una persona que, aunque atado por un vínculo matrimonial, vive con otra persona como marido y mujer”, lo que contradice expresamente una encíclica de 1981 de Juan Pablo II.

Tras unos días de guardar silencio, Francisco se lanzó al ruedo y respondió enérgicamente a los “rebeldes”. Lo hizo ante 17 nuevos cardenales por él nombrados, advirtiéndoles sobre “el virus de la polarización y enemistad” al que los que ostentan dicha investidura “no son inmunes y se nos cuela en nuestras formas de pensar, de sentir y de actuar”, en clara alusión a los que criticaron abiertamente sus posiciones. Y más recientemente dijo que “existen resistencias a la reforma, algunas ocultas, que nacen de corazones asustados y endurecidos, que se alimentan de las palabras vacías del ‘gatopardismo espiritual’ de quien dice que quiere cambiar las cosas, pero después quiere que todo quede como antes”.

La polémica, según algunos, o el proceso que apunta hacia un nuevo cisma del catolicismo, según otros, se desató al poco tiempo de asumir Francisco como Obispo de Roma y cobró fuerza a partir del Sínodo de la Familia, que en lugarde establecerse mecanismos para orientarla, apuntalarla y fortalecerla, adoptó decisiones que dejan en la nebulosa nada menos que la indisolubilidad del matrimonio, uno de los sacramentos fundamentales del catolicismo, pero que en la actualidad puede ser anulado, de manera rápida, por un sinfín de razones.

Considerando la confusión sacramental que ha sido creada por este motivo entre los sacerdotes y los obispos en la práctica sacramental, que interpretan a su gusto la exhortación “Amore Laetitia”, existe una corriente de opinión cada vez más fuerte que reclama al Papa la publicación de una interpretación correcta de lo expuesto en ella, lo que no parece que suceda, a juzgar por las reacciones de éste frente a las críticas recibidas en esta materia.

En este contexto, la Iglesia Universal se prepara para celebrar una Navidad empañada por la crisis, la más profunda de los últimos tiempos, quizá como presagio de que el Niño viene esta vez acompañado de tormentas.

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