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ASUNCIÓN.- A 10 meses de las elecciones generales del año próximo, el panorama de la oposición parece más complicado que nunca. No hay forma de concretar un acuerdo electoral ya que ni siquiera en el modo de hacerlo se ponen de acuerdo; mucho menos en el sistema de elección del candidato del sector que deberá enfrentar a la ANR.
Alianza o concertación sigue siendo uno de los puntos de discusión entre los diferentes sectores de la oposición. El oficialismo liberal insiste en que debe llevar la batuta, imponiendo la alianza y al candidato a Presidencia de la República, que debe pertenecer al partido.
El problema está en que los demás partidos y movimientos (incluido el llanismo del PLRA) no se sienten atraídos por esta posibilidad, más que nada porque el candidato cantado del oficialismo del PLRA y el PDP de Rafael Filizzola es Efraín Alegre, quien es presentado por encuestas de opinión y analistas como alguien que no tiene la más mínima posibilidad de ganar al candidato colorado en abril próximo.
Es cierto que el PLRA es, por lejos, el partido mayoritario de la oposición y su padrón supera varias veces a los de todos los demás juntos. Sin embargo, no es menos cierto que su caudal electoral no le alcanza para vencer a la ANR, por lo que necesita hacer acuerdos con otros sectores de la oposición. Es más, si el acuerdo no es con todos los sectores, ningún candidato liberal tendrá chances de ganar las elecciones.
Esto es lo que parecen no ver los efrainistas, que están tan pagados de sí mismos que actúan como si no les interesara conseguir el apoyo de toda la oposición. Por eso plantean la alianza, que significa que el candidato opositor surgirá de las internas liberales, donde solamente quienes figuren en el padrón partidario podrán votar, dejando fuera a todos los demás y exigiendo de antemano que el electo sea un liberal, es decir, Alegre.
El llanismo, por el contrario, propone una concertación, lo que significa que la dupla de la oposición será definida en unas elecciones a padrón abierto, en donde participarán todos los ciudadanos, excluyendo a los afiliados a la ANR. Esto resulta mucho más participativo para partidos y movimientos que así podrán postular a sus candidatos y, lo que es más importante, votar por ellos. Pero el tiempo pasa y no hay ningún atisbo de que alguno pretenda ceder su intransigente postura para, por lo menos, escuchar al otro.
