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MADRID.- Después de un profundo conflicto que ha llevado al PSOE al borde de la ruptura, la mayoría de los diputados socialistas favorece una abstención en la investidura que permite a Mariano Rajoy formar gobierno en minoría. El presidente del Ejecutivo en funciones trabaja aceleradamente en su discurso de investidura.
Rajoy ha adoptado una actitud conciliadora inusual, convencido de que lleva todas las de ganar. Nadie quiere terceras elecciones en un año después de doce meses de parálisis institucional.
El líder conservador no exige condiciones al PSOE y solo pide que lo dejen gobernar con los límites estrechos de un Parlamento en el que tendrá si se produce la circunstancia a todos los partidos en contra de sus 185 legisladores. Cree que tendrá muchas oportunidades de llegar a acuerdos puntuales con distintas fuerzas afines, como ciudadanos, y otras incluso con el PSOE.
Esta coyuntura dramática -hasta en el calendario pues el 31 de octubre se disuelven automáticamente las Cortes de diputados y senadores-, convierte en crucial la votación de los casi 300 delegados que integran el Comité Federal socialista, máxima autoridad entre congresos.
