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El viejo cuento

Si algo aprendimos a lo largo de estos años de difícil transición democrática que vivimos es que los cambios de periodos o mandatos, en realidad, no cambian nada, salvo las caras y los nombres; una cuestión de cambios de figuritas como diría el senador Sergio Godoy.

En poco más de un mes empezarán públicamente las negociaciones intensas en ambas cámaras para definir la conformación de las mesas directivas que deberán asumir sus funciones el próximo 30 de junio. Decimos públicamente porque los rumores dan cuenta de que las negociaciones ya son intensas en este momento y la repartija de cargos está a la orden del día.

La verdad es que, una vez más, la historia va a ser repetida, y quienes resulten electos replicarán los mismos y viejos patrones que marcaron sus antecesores, sin una visión clara de lo que es el cargo, pero aprovechando el poder que éste les da para ubicar a sus operadores políticos y a los de sus amigos, bajo la responsabilidad del presupuesto del Congreso.

A ninguna bancada le interesa que el más capaz, honesto y probo sea electo presidente de su cámara. Como el cargo le durará nada más que un año, salvo que logre ser reelecto, algo que no suele ocurrir con mucha frecuencia, lo que hará, fundamentalmente, es crear situaciones beneficiosas para él y su entorno. Muy lejos está la época en la que al frente del Senado, por ejemplo, estaba alguien de la altura de Waldino Ramón Lovera, un hombre digno, honesto y firme, que se plantó ante el Ejecutivo cuando el presidente intentó manipular al Legislativo.

Esas eran otras épocas, en donde el criterio que imperaba, todavía, era el de elegir al mejor. Fue antes de que las mayorías adquirieran el protagonismo que hoy tienen, que imponen sus criterios sin importar que estos obedezcan a la ley o no, sino que sencillamente convengan a los intereses sectoriales de quienes tienen el poder coyuntural de cualquiera de las cámaras.

Ahí está el caso de los truchos que ocupan bancas que no les pertenecen en el Senado. El 1 de julio próximo, cumplirán un año como usurpadores y, sin embargo, nadie puede hacer nada para cambiar la historia y echarlos de la cámara, porque tienen el respaldo de la mayoría, esa mayoría que, aunque momentánea, sigue haciendo mucho daño a la institucionalidad de la República.

No habrá ningún cambio en el período que se iniciará en julio, porque los actores seguirán siendo los mismos de ahora. La alianza entre el oficialismo colorado –hasta el año pasado, la disidencia- y sectores de la oposición decidirá quién será presidente del Senado y también el de Diputados. Y no es que analizarán mejor la situación para no repetir errores como los de este tiempo, cuando la Cámara Baja está representada por alguien que es investigado por la Fiscalía y puede ser imputado en cualquier momento por enriquecimiento ilícito, como es Miguel Cuevas.

Porque eso hace también el tener la mayoría, permite que quienes forman parte de ella se sientan por encima de las leyes y las reglas vigentes. Así que no les quita el sueño que la Fiscalía los investigue o la Justicia los procese. Ellos están seguros de que con la cantidad de votos a su favor, podrán “salvarse” de lo que sea y hacer lo que les venga en gana.

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