Años después, el homenaje a los caídos durante el Marzo Paraguayo. Siete jóvenes perdieron la vida.
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El viernes más negro de la historia nacional

ASUNCIÓN.- El viernes 26 de marzo de 1999 quedará en la historia como el más negro, triste y violento de la historia contemporánea paraguaya. Ese día quedó en evidencia lo más podrido de quienes utilizan el poder en beneficio propio, y se mantienen atornillados a un cargo sin merecerlo. Siete jóvenes fueron asesinados por las ansias desmedidas de poder de Lino César Oviedo.

El cuarto día de la movilización ciudadana iniciada luego del asesinato del vicepresidente Luis María Argaña fue intenso desde sus inicios. El entusiasmo de los jóvenes y campesinos apostados en la plaza del Congreso, sumado a un llamado del sacerdote Francisco de Paula Oliva (Pa’i Oliva) hizo que cada vez más cantidad de gente acudiera a sumarse al cambio que, era palpable, estaba produciéndose en el país.

Mientras se ratificaba la firme decisión ciudadana de resistir a sectores autoritarios representados por el exmilitar, un grupo de políticos colorados encabezados por el expresidente Ángel Roberto Seifart daba su apoyo al presidente Raúl Cubas Grau y amenazaba con una resistencia civil para rechazar la posibilidad de que pudiera concretarse el juicio político. El oviedista lanzó amenazante la posibilidad de que estuviera a punto de ocurrir una guerra civil.

Ese día los campesinos consiguieron el objetivo por el cual habían llegado a la capital el martes anterior, la condonación de la deuda que tenían hasta la suma de 6 millones de guaraníes. Felices con la victoria, los productores decidieron no abandonar la plaza hasta se concretara la salida de Cubas Grau de la Presidencia de la República.

Los jóvenes y campesinos opositores al gobierno ya no eran los únicos habitantes de la plaza desde el día anterior. Cada vez más oviedistas se congregaban en el otro extremo, frente al edificio del Correo, y los movimientos entre ellos eran constantes. Los periodistas informaban que allí había una importante cantidad de bombas, balines, petardos y garrotes.

A la tarde ocurrió una violenta represión policial, con apoyo de los oviedistas, y se logró desalojar a los manifestantes de la plaza durante unos minutos, hasta que, desde la Catedral, volvieron con una fuerza increíble y consiguieron recuperar el espacio. Aunque luego salieron tanques desde la Caballería, estos no llegaron a acercarse a la plaza debido a la resistencia de la ciudadanía que los frenó durante todo el trayecto hasta el Congreso, hasta que el mismo Cubas Grau ordenó que la represión fuera cancelada.

Pero lo peor aún no había ocurrido. Francotiradores instalados en la azotea del edificio Zodiac y el Correo empezaron a disparar balas de verdad, bajo las cuales cayeron 8 jóvenes en total. El primero en morir, el día anterior, fue el campesino Cristóbal Espínola; el viernes cayeron Manfred Stark González, Henry Díaz Bernal, Armando Espínola, Víctor Hugo Molas, José Miguel Zarza y Tomás Rojas. Un año después, a consecuencia de las heridas de esa nefasta noche, falleció Arnaldo Paredes.

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